DISPERSIONES

DISPERSIONES

miércoles, 19 de enero de 2011

MORADA INQUIETA


Morada inquieta
del destino apresurado,
del descanso explícito que babea
en tu cochambre,
leve ironía de terciopelo
que agasaja tu piel serena
de sereno brillo;
brillo sereno que tú y yo robábamos
al margen de camas tan extrañas
que nos conducían al Paraíso heredado.

No hay que buscar entre los matojos
que pusilánimes te esconden
pidiendo limosna a la vereda,
negra
renegada donde se esconden nuestras fiebres
de otoño
donde el amor oscuro aletea
negro,
como el aliento que vaticina la aurora.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
INDÓMITA BELLEZA


Conservemos esta noche el silencio,
encendamos una vela
de exangüe muladar perplejo.
Te bebo.
Aún duermes sobre el codo de mármol
y la saliva asoma seca a tu lecho
cetrina y alcoholizada,
donde finges un hueco donde agazaparme
apurando el último sorbo de humo.
Le abro los muslos a la pereza y a la intuición.
Son como dos bocas que se rozan
sobre el púlpito de tu pecho.
Asombro me embarga y una calidez
antojada extrema:
comprendo esas voces.
Insúltame, si quieres.

Te estoy perdonando tus palabras sinceras,
la desidia, el odio.
No vuelvas la espalda enjuta
donde se pierde mi llanto.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

martes, 18 de enero de 2011


BUSCARÍA


Me gustaría voltearte.

Te agonizarían solubles sobre el pelo
mis vacías desdichas:
hojas de menta, este pulcro gato
que me escupe entre bigote y bigote
o el vapor húmedo de tu aliento.

A golpes de uña moriría un quejido por tu
pierna,
unos lamentos agarrados a tu borde
resquebradizo y tumultuoso,
unos lamentos en los que perderme.

Te olvidaría.

Buscaría esta tarde
una flor con las hojas recias todavía,
con sangre en los pétalos
para que te deleitaras
en la oscura viveza del color,
en sus inquietas virtudes.

Se me traerían juncos a mis razones,
un esperpento lívido por tu calle,
poema de ruidos en mis manos:
yo habría de buscarte
en tupidas alfombras
que atesoro en mi puerta
u olvidarte.

Me soñaría luego sin cumbre,
sentiría.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

RETROCESO


Sepan guarecerse atónitos mis labios,
despellejados entre el salitre de tu beso,
ocultos quedamente cuando vienes.

Busquen reducirse en un pliegue pasajero,
despavoridos como locos príncipes
convertidos en rana,
oyendo la miel certera de tus mentiras.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

EXTERTORES


La espuma se desvanece
entre siseos de blanca sal
(ocupa) en el sótano de piedra,
un claro distante.

Yace en esta doblegada suerte
un péndulo agasajado;
no escurre la tiniebla vaga
ni escuece el vástago.

La arena sopla mezquina
entre cordeles de luz propia.
El ave vuela baja,
simulando que anochece.

Sí, oro destaca entre arrozales:
de puro intento no te abrazo;
toca inmediato un laúd de penas
que mancha y no se queja.

No se pierde demasiado pronto,
castizo, emulando un antojo,
pero se ve bajarse entre linos
y capas de acongojamiento.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

viernes, 14 de enero de 2011


VIGILO MI PECHO VACÍO


Me despido de incertidumbres
claras y tibias de pregón calladas,
que no encuentro tras altas cumbres
parte de mi pecho arrebatado a dentelladas.

Vigilo mi cabaña vacía,
(soy tabla descompuesta en grietas)
sin que demore el viento también vigía,
su planear entre las aguas prietas.

No desenfundes mi corazón, ave lenta,
acaso salten pedazos de carne rotos;
fríos entre pastizales de albahaca y menta
anda mi lengua, entre amplios sotos.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

TE VENTEO SIN RASTRO


Calla el trino
que se acerca a mi tumba abierta
y derrama barro que no funde:
sólo soy tierra.

Abre el manto oscuro
de sus piernas ocres,
deambulando sin calle
y sin cielo muerto.

Siente a voces mi pulso
pausado,
no dudo en acariciarte
y poblarte de dudas.

Venteo como fiera
tu rastro de surcos ambiguos.
Sin pena ni gloria,
muero sin llanto.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

AYER FUE


Ayer fue un suspiro manso,
abierto hacia tu vientre liso
de esperanzas y poblado de sudores
que no eran tuyos.

Ayer fue un beso eterno,
azúcar en mis labios sin ruido
que recorrían tu cuerpo sereno
y tus ojos, y tus manos.

No recuerdo tanto efluvios
que me hacían volver loco,
y amándote poco a poco
me levantaba deprisa y sin calma.

Ayer fue, y hoy
crece abultada tu colina
derramando vida que no es,
más allá de la lontananza.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

AMORES DE HIERBA


La quimera me atrae
con pasos flojos de desencanto
(bravía y pronta la hoja cae,
a ciegas, en sublime manto).

Rueda el agua calle arriba
en esquivos de aceras maltrechas
y hondas.
El carro salva firme de barro y canto.

¿Dónde voy sin rumbo,
acicalándome los pies cansados y desnudos
de buscarte?.

Me repliego en la esquina
y me agarro al borde
para perderme en el ámbar marino
de tus ojos...


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

miércoles, 12 de enero de 2011

NO HAY VIENTO QUE PARE


Hay una tristeza infinita
que me embarga a todo caudal
descontrolado,
y encuentro agobio que se disculpa
y desaparece antes de ser borrado.

Caen las hojas muertas
que envenenan el suelo pobre
de mi palma.
Aturdido queda en la arboleda.

Crece el murmullo que arropa
entre matorrales lascivos
el sol que me acompaña.

Me atraganto con el orgullo
que nace
templando el ocaso de tu mirada,
por entre barrancos que no dan salida.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

UN DIA LLEGUÉ A TU PORCHE


La fresneda impaciente
deja hojas en el atril
de un porche desnudo de sillas
y de baranda.

Oro a caudal desabrocha
nimiedades;
volverán a saciarse de lujo
que me revienta.

Ventearán a magistrales mordiscos
el picazón que me desasosiega.
Abre el surco rápido.
Rápido me falla cuando me doblo.

Aguzando el oído despertarán
de ese insólito letargo,
campeando dunas claras
y distantes.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

martes, 11 de enero de 2011

AYER FUE UN SUSPIRO


Desoyes a cada instante tumultos que acechan
erguidos bajo tu mentón -Diva de pulcra cara-,
doblando tus líneas miedos ocultos desechan
las hondas canas que mi barba destapara.

Atónito se embelesa, perplejo,
¡cuánto amor se me escapa a raudales!.
Remonta tu codo de guías complejo
y me alcanza de lleno el peor de los males.

Borra a golpe de recuerdo airoso
una hoja empapada de misivas vacuas;
utiliza el parapeto tierno y mohoso
y quedarnos quietos, como estatuas.

Un ronquido abre la sepultura de mi cuarto
temiendo arañar de par en par.
Abortado queda, simple, harto,
ya no hubo, lo que ayer fue mar.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

VIGILIA


Estoy acostumbrado a comer
raíces
que vuelan hacia la tierra;
como una paloma aterida
desde el muñón,
socavando con el pico
mi aliento.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

sábado, 8 de enero de 2011

COMO MOSCA EN EL OJO


Se ajusta el sombrero
de ala ancha y áspera
sobre la ceja derecha;
Ahora
camina rápido,
extendiendo los brazos y tocando
la farola de cristal sucio
que impregnada de luz amarilla
vomita haces de insectos.
Tañen las campanas cercanas:
arrastra el paso por el talón
demacrado,
violando esquinas demasiado prietas
que perecen engullidas
por la soledad de la noche
impune,
por cañerías oxidadas que se descuelgan
hasta la alcantarilla rauda,
cuyo rumor de podredumbre
atosiga su alma imperturbable
con el zumbido de una mosca.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

PORQUÉ NECESITAMOS SOÑAR


Quizás sea mentira y se pierda
entre vaguedades la tela rala,
absoluta,
que cubre la razón de una mente
viva,
descubriendo que hay taludes insalvables
de terreno fangoso.
Y como el sueño se hace
de propinas dudosas,
prefieres cerrar la boca
y gritar
monedas de desidia
que no sirven ya,
que no tienen cambio.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
LAS RATAS DE LA MEMORIA


En un submundo de aguas estrechas
merodean fatídicas las ratas
de la conciencia.
Y sudan subidas a marquesinas de memoria.
Pasaban lentas pegando el hocico
poblado de bigotes
extraños,
como galeones
que despliegan su velamen
y guardan en sus arcas
más de una mirada.

Y subidas a la nuca se avergüenzan recordando.


Otros tiempos que brotan
como el silencio y el jadeo
después de abandonar los cuerpos,
como una llama agresiva
y oblicua
que despedaza y destruye
rasgando la carne,
como sólo saben hacerlo las ratas.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
EL PÁJARO DE LA CONCORDIA


Un pájaro
otea invisible bajo
el rayo intransitable
de la concordia.

Había echado
el vuelo sobre tu cara:
atrás, sobre la mejilla,
una pluma...


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

viernes, 7 de enero de 2011


CUERPO DE ALBARICOQUE


No dudé en acariciarte
bajo témpanos que semejaban efigies
de plomo baldío,
de perpetuas nieves.
Hallé incierto
el suave resquemor
entre tus piernas esbeltas,
de albaricoque,
fraguando lomas
de romero,
ríos que son lava
a su paso entre barrancos
de nalgas.
No me atrevo
a desasirme del yugo
que ansía esclavizarme
con efluvios mansos,
de inquieta polvareda.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
AVARICIAS


Estoy lleno de avaricias
que me hacen zozobrar
entre tinieblas
que verdean más allá
de la opulencia,
avaricias enmarañadas
en un ovillo
prometido en hilo
y sarcasmos.
El laberinto
se cierra bajo mi canto,
como la cal
de un diente bravo.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

LA BARANDA


Apoyado en la baranda
de geranios rojos y blancos,
adormecidos contemplando tu paso
a altas horas de la noche.

Allí me sonreíste esquiva
cuando paseabas calle abajo,
entre las sombras de portales
estrechos, de oscuridad templada.

Viniste como la lanza:
ahondando en el vientre
contra todo pronóstico,
lacerando la herida
de mi corazón partido
por no tocarte.

Extendí mi súplica
rozando tu blusa
de garabatos obscenos
que pudieron contener
mi ira fecunda.

Repiqueteaban tus tacones
en el empedrado
de mis sienes:
te alejabas,
aunque dudo
si alguna vez te acercaste.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
ME RECOGÍ TEMPRANO


Me recogí temprano
copulando con la esfera
sembrada al pie
de la higuera.
Aterido, rumiando
sin descanso placeres
que me eran ajenos,
perseguía una duda
fumosa;
eran gotas de rocío
helado
aquellas que bazucaban
mi sangre furente
hasta las raices,
hasta el suelo
jocoso en pleitesías,
como vana cascada
que se recoge el moño
y silba desde arriba,
voraz como una serpiente.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

PAISAJE DE INVIERNO


La nieve caliente,
ahora sí (antes, quizás),
me llega hasta las rodillas.
Resulta penoso el caminar
de martillo,
el pavoroso hincapié
por aferrarse al eco
que se me ofrece como silla:
los árboles están vestidos
de novia...
Casi alcanzo a tocar
su aliento,
mientras me atuso
mi bufanda a rayas.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

jueves, 6 de enero de 2011


LIBROS VIEJOS


Se descuelgan los libros
en la estantería
(¡tantos!),
que el olvida no acierta
a posarse en ellos.
Las cubiertas yacen
en orgasmo multicolor
combándose adrede,
las tablas arqueadas,
el papel despechado
y carcomido
de recuerdos,
de frases broncas,
entullecidos los versos
que dormitan
bajo el oropel
de una idea...
Acaso alguien escribiera
tanteando el sigilo
suspicaz,
fútil,
arremolinado.
No pensó
que las páginas amarillearan
tan fugaces,
llenas de remordimiento.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

miércoles, 5 de enero de 2011

DECIR QUE TE QUIERO


Decir que te quiero no me importa,
si el aliento calla y me soporta.

Oír sereno tu caminar enjuto
travestido en noche de incesante luto.

No me importa morir a tu lado,
aunque sea en tus uñas empalado.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

EL CHARCO


Soy tan fiero
como un trozo de madera
flotando en el agua
de un charco flamígero;
pasan los adolescentes gélidos
arrojando guijarros
a mi cara tenue
que guiña desconsolada
el infeliz ojo de la vida.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
EL ESCAPARATE


Hoy he parado
mirando escaparates;
detrás, algarabía
de hierros,
como cuando me proponía
aventajar luces entre
vahos,
cristales empañados
de polvo virgen.
He resuelto no volver
atrás.
Aún hoy sigo contemplándome
en el escaparate.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

LA NOCHE


Es de noche.
Canta el grillo
pululando bajo hojarasca,
huele a jazmín
en los jardines y azoteas
despiertas,
mientras cae el agua
de la fuente, a chorros,
plateada sinfonía
de galanes escondidos.

Sí, es de noche.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

DESPUÉS DE TODO


No vale la pena
sufrir a intervalos:
gimiendo,
maldiciendo,
hablando,
callando
detrás de paredes caídas.
No trae cuenta.
No.
Bajar senderos de pleamar
de guijarros difíciles,
huraños que abren llagas
entre los dedos.
No se debiera
bordear una mirada:
después de todo
llega el principio...


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
A UN MAR CERCANO


He sido náufrago
en tus arenas más de una noche,
la luna cimbreando mi espalda
y mi cintura
de vagos reflejos ocarinos.
He pisado tu cama
como amante esquivo
(ladrón de caricias frescas),
que abotona faldas
de aire.
Me da pavor pensarte
demasiado,
no sea que tu voz me atrape
y me lleve lejos de tu orilla.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

lunes, 3 de enero de 2011

LOBO VIEJO


Soy viejo lobo cansado,
carcomidas las zarpas
indelebles de la lujuria,
herido en los costados
de púas que hallaron morada
en mi carne nueva.

No da sombra el endrino
a mis pensamientos de lontananza,
canos,
cual remoto pregón
de difíciles singladuras.

He abierto el camino:
voces inquietas me aterran,
voces del pasado
que con inusitado incordio
me persiguen hasta el armario.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

PREGUNTAS


¿Me ha preguntado alguien
sobre lo que pienso,
si me gusta vaciar mis ojos
a cada instante,
si caigo o me elevo
por encima de verdades
que no fueron dichas,
sobre qué pido
o entrego a manos llenas,
cómo me enervo
o cómo callo?.
¿Se ha parado alguien a pensar
porqué grito,
porque duermo despierto
escondiendo la cabeza bajo el alma,
porqué amo,
porqué odio sinceramente
cuando me duelen?.

A nadie se le ocurrió
encontrarme bajo las piedras.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

ACERCADME


Acercadme a una esquina solitaria,
donde la noche se vea día,
donde el día no tenga tiempo
sino bostezos.
Acercadmne a calles sin prisas,
a pleitos ganados desde ayer
en desconchadas habitaciones
de hotel.
Acercadme ahora.
Que no halle modo
de encontrar rutina
que me amanse,
a un lugar donde encuentre
lágrimas furtivas, acercadme.
Acercadme a versos
salidos de almas inquietas,
de vahídos que no toquen fondo
ni envidias,
donde existan canciones
que ericen el pelo
de la nuca.
Acercadme a casas pobladas
de sueños lascivos,
de muchachas que adormecen
plenas de fuego.
Acercadme hoy mismo,
que luego he de marcharme.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

TE AMO


Te amor despacio,
sin premura, sin esperar a cambio,
pues es amor dar
aunque te quedes sin nada.

Te amo por tu risa frágil
que alienta a mi ánimo;
por tus palabras sinceras
que son versos.

Te amo a cada instante
sin atreverme a ver más allá
de la burbuja clara que nos une
y te contiene.

Te amo loco, apasionado,
en silencio y descontrolado,
te amo sin miedo y atolondrado.

Cien, un millón de veces, infinito
te amo.
Y una mirada tuya
es el ocaso de mi cielo.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-

sábado, 1 de enero de 2011


ORDENADOR


Hay un ojo vacío que me mira
parpadeando letras a destajo;
hay un zumbido de abeja
que ataca mis yemas finas.
Mil cables que son lazos
que ahogan mi cabeza;
mil tecleos monótonos
aporreando las sienes.
Me desligo de la realidad
pesada,
perdiéndome en un mar de palabras.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
Hay cieno semejante a una algarabía
de ecos callados
que transitan una calle poblada
de inquietud.

Hay nostalgia,
oscura como una silueta
que escucha detrás de cualquier esquina;
(la torre se vuelve fría, muy pequeña)
y su sombra no me cobija.

Pronto se desvanece a quemarropa
tu silueta lisa, tu pecho mudo
que resopla (otrora más tenue)
que la hoja que cae.

Miento si te digo que no escupo
a través de la puerta
que se abre a golpe de gozne;
atroz resulta mi madera muerta,
y rasgada, mi carne sin dueño.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
Devuélveme el vano sentimiento:
amargo, azucarado que empalaga.

Deseo oscuro que bosteza el ambiente
desierto,
quiero, por no querer,
quererte sin más...

Devuélveme, amargo deseo,
el sentir que rastrea el lodo
en la puerta de la posada;
la huella me impresionó,
memoria oculta, maldita
que doblega el son que acontece
raudo.

Lo mismo siento
y me ocupo,
que no consigo desaparecer.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
El impío pudor que bostezo
se me abre a borbotones en la noche
de nostálgica negrura.

Lúgubres son mis vidas,
que más que una todas tengo,
cuando paseo y me desquito un poco
antes de viajar lejos, lejos...

Fantasía que me atrapas
en hilos de floja seda:
¿dónde te agarras que no sueltas,
y a la vez das tanta rienda?.

Confundo todo,
mas todo no es nada sin algo
que se atreva a soñar
despierto.

No tengo fuerza ni pasión;
no tengo vida ni gloria que me ampare.
Solo tengo extrañeza y caricias,
dolor y barro tengo
y con eso me basta...


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
Aquel perfume angosto
de gloria perpetua,
aquel despertar que ocasionó
la adversidad, me ilumina.

Aquella mi fina potencia soberbia,
(ídolo de mi preciado templo),
aquel desavarío presuroso,
vínculo entre la estima y la virtud
que a fortuna funesta ruego esquivar.

Esparce el polvo
y conjura a mi pensamiento.
Te deleitarás de la ceniza ausente,
y de mi vida, y de mis venas vacías
como el nido sin pájaro.


Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-