DISPERSIONES

DISPERSIONES

sábado, 9 de marzo de 2013



MORADA INQUIETA


   Morada inquieta
del destino apresurado,
del descanso explícito que babea
en tu cochambre,
leve ironía de terciopelo
que agasaja tu piel serena
   de sereno brillo;
brillo sereno que tú y yo robábamos
al margen de camas tan extrañas
que nos conducían al Paraíso heredado.

   No hay que buscar entre los matojos
que pusilánimes te esconden
pidiendo limosna a la vereda,
negra
renegada donde se esconden nuestras fiebres
de otoño
donde el amor oscuro aletea
negro,
como el aliento que vaticina la aurora.


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-


INDÓMITA BELLEZA


Conservemos esta noche el silencio,
encendamos una vela
de exangüe muladar perplejo.
Te bebo.
Aún duermes sobre el codo de mármol
y la saliva asoma seca a tu lecho
cetrina y alcoholizada,
donde finges un hueco donde agazaparme
apurando el último sorbo de humo.
Le abro los muslos a la pereza y a la intuición.
Son como dos bocas que se rozan
sobre el púlpito de tu pecho.
Asombro me embarga y una calidez
antojada extrema:
comprendo esas voces.
Insúltame, si quieres.

Te estoy perdonando tus palabras sinceras,
la desidia, el odio.
No vuelvas la espalda enjuta
donde se pierde mi llanto.


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-

viernes, 8 de marzo de 2013



BUSCARÍA


   Me gustaría voltearte.

Te agonizarían solubles sobre el pelo
mis vacías desdichas:
hojas de menta, este pulcro gato
que me escupe entre bigote y bigote
o el vapor húmedo de tu aliento.

A golpes de uña moriría un quejido por tu
pierna,
unos lamentos agarrados a tu borde
resquebradizo y tumultuoso,
unos lamentos en los que perderme.

Te olvidaría.

Buscaría esta tarde
una flor con las hojas recias todavía,
con sangre en los pétalos
                         para que te deleitaras
en la oscura viveza del color,
en sus inquietas virtudes.

Se me traerían juncos a mis razones,
un esperpento lívido por tu calle,
poema de ruidos en mis manos:
yo habría de buscarte
                         en tupidas alfombras
que atesoro en mi puerta
                         u olvidarte.

Me soñaría luego sin cumbre,
sentiría.



Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-



RETROCESO


   Sepan guarecerse atónitos mis labios,
despellejados entre el salitre de tu beso,
ocultos quedamente cuando vienes.

   Busquen reducirse en un pliegue pasajero,
despavoridos como locos príncipes
convertidos en rana,
oyendo la miel certera de tus mentiras.



Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-

martes, 5 de marzo de 2013



EXTERTORES


   La espuma se desvanece
entre siseos de blanca sal
 (ocupa) en el sótano de piedra,
un claro distante.

   Yace en esta doblegada suerte
un péndulo agasajado;
no escurre  la tiniebla vaga
ni escuece el vástago.

   La arena sopla mezquina
entre cordeles de luz propia.
El ave vuela baja,
simulando que anochece.

   Sí, oro destaca entre arrozales:
de puro intento no te abrazo;
toca inmediato un laúd de penas
que macha y no se queja.

   No se pierde demasiado pronto,
castizo, emulando un antojo,
pero se ve bajarse entre linos
y capas de acongojamiento.


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-     


VIGILO MI PECHO VACIO


   Me despido de incertidumbres
claras y tibias de pregón calladas,
que no encuentro tras altas cumbres
parte de mi pecho arrebatado a dentelladas.

   Vigilo mi cabaña vacía,
(soy tabla descompuesta en grietas)
sin que demore el viento también vigía,
su planear entre las aguas prietas.

   No desenfundes mi corazón, ave lenta,
acaso salten pedazos de carne rotos;
fríos entre pastizales de albahaca y menta
anda mi lengua, entre amplios sotos.


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-



TE VENTEO SIN RASTRO


   Calla el trino

que se acerca a mi tumba abierta
y derrama barro que no funde:
sólo soy tierra.

   Abre el manto oscuro

de sus piernas ocres,
deambulando sin calle
y sin cielo muerto.

   Siente a voces mi pulso

pausado,
no dudo en acariciarte
y poblarte de dudas.

   Venteo como fiera

tu rastro de surcos ambiguos.
Sin pena ni gloria,
muero sin llanto.


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-

sábado, 2 de marzo de 2013



AYER FUE


   Ayer fue un suspiro manso,
abierto hacia tu vientre liso
de esperanzas y poblado de sudores
que no eran tuyos.

   Ayer fue un beso eterno,
azúcar en mis labios sin ruido
que recorrían tu cuerpo sereno
y tus ojos, y tus manos.

   No recuerdo tantos efluvios
que me hacían volver loco,
y amándote poco a poco
me levantaba deprisa y sin calma.

   Ayer fue, y hoy
crece abultada tu colina
derramando vida que no es,
más allá de la lontananza.


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-


AMORES DE HIERBA


   La quimera me atrae
con pasos flojos de desencanto
(bravía y pronta la hoja cae,
a ciegas, en sublime manto).

   Rueda el agua calle arriba
en esquivos de aceras maltrechas
y hondas.
El carro salva firme de barro y canto.

   ¿Dónde voy sin rumbo,
acicalándome los pies cansados y desnudos
de buscarte?.

   Me repliego en la esquina
y me agarro al borde
para perderme en el ámbar marino
de tus ojos...


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-  


NO HAY QUE VIENTO QUE PARE


   Hay una tristeza infinita
que me embarga a todo caudal
descontrolado,
y encuentro agobio que se disculpa
y desaparece antes de ser borrado.

   Caen las hojas muertas
que envenenan el suelo pobre
de mi palma.
Aturdido queda en la arboleda.

   Crece el murmullo que arropa
entre matorrales lascivos
el sol que me acompaña.

   Me atraganto con el orgullo
que nace
templando el ocaso de tu mirada,
por entre barrancos que no dan salida.


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-


UN DIA LLEGUÉ A TU PORCHE


   La fresneda impaciente
deja hojas en el atril
de un porche desnudo de sillas
y de baranda.

   Oro a caudal desabrocha
nimiedades;
volverán a saciarse de lujo
que me revienta.

   Ventearán a magistrales mordiscos
el picazón que me desasosiega.
Abre el surco rápido.
Rápido me falla cuando me doblo.

   Aguzando el oído despertarán
de ese insólito letargo,
campeando dunas claras
y distantes.


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-