EL NIÑO DEL ÚLTIMO BANCO
No
tiene primavera
en
los claveles rotos de sus labios,
En
el lago azul de sus pupilas
los
ríos tormentosos de las lágrimas
estallan
desbordados...
Le
duele la amargura de su boca
y
la alegría de los niños sanos,
las
canciones doradas del corro,
el
himno vibrante a pleno sol cantado,
los
atardeceres del Otoño
y
las mañanas blancas del Verano.
Siempre
está solo, alerta, entre los niños,
como
una pequeña nubecilla,
en
el ultimo banco...
Le
tiembla siempre el pulso
al
escribir.¿Y los labios!
Por
el mar infinito de sus ojos
-siempre
en postrera calmahorribles
tempestades
traen flotando
los
tiernos pensamientos-nebulosas
hasta
la playa de sus labios...
Una
mañana
su
alma volará... Huirá de mis abrazos.
Huirá
del himno ardiente y mañanero
a
pleno sol cantado;
de
la risa hecha luz, del sol
que ilumina la vida de los niños sanos;
del rincón casi oculto,
¡¡solitario entre tantos!!
A donde se consume lentamente
la triste lamparilla de su vida
¡en el ultimo banco!
Partirá cuando rebose la savia
en las flores de mayo;
cuando el otero
maquille su rostro de blanco;
cuando reviente el cauce de los ríos
en la grandeza del mar y por el campo
vaya corriendo la sangre generosa de la vida
en la promesa de los trigos dorados.
Partirá cuando se entornen dolientes sus pestañas,
entre la risa de lujuria irónica
de los almendros albos...
Entonces... sólo entonces la paloma
que tiene en el pecho un divino chispazo,
romperá para siempre su rictus amargo,
la cárcel pequeña que tiene por rejas
La ruina de unos tristes labios pálidos.
Entonces el joven radiante viajero
de celestiales mayos,
de estrellas y arroyos,
luceros y lunas,
canciones y pájaros...
emprenderá el camino de los sueños sin fin
hasta llegar, como el arroyo claro,
reventando de gozo y de frescura
a la grandeza del mar...
En los trigos dorados
del campo sideral,
las divinas amapolas angélicas
darán Vida Eterna a sus labios.
El Pan definitivo de la
Vida brillará para él
mecido en las espigas celestiales
de los trigos dorados...
¡Aún le tengo delante!
¡Aún le veo... consumido, solo, alerta, entre los niños!...
como una débil nubecilla
¡en el ultimo banco!
JUAN MORALES ROJAS.-