DISPERSIONES

DISPERSIONES

jueves, 31 de octubre de 2013



NIÑA  DE LAS MAREAS


Niña de las mareas,
oscura luz del cielo,
voy a darte una tarea
para que no pases miedo.

Después te arroparé en silencio
sobre tu barco de llanto,
con un beso, con un ciento.

Son casi harapos tus ropas
con encajes de espuma.
Menuda como una pluma,
tus manos como rocas.

Me traerá la corriente
tu murmullo frágil
de marinera valiente.

Al alba serás agua.
Más tarde, en la playa, piedra
allí donde se quiebra
la vida que guardas.

¡Qué sueño tiene mi niña,
tumbadita en la arena,
no tiene quién la riña!.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul" (infantil), de Juanjo Cuenca.-





EL OLIVO SABIO


Entre sus troncos retorcidos
se esconden mil años de historia,
ahí están los olivos dormidos
olvidados en la memoria.

Son dueños de la tierra,
dueños del Sol dorado;
vieron pasar la guerra:
al ganador y al triste derrotado.

Sus ramas se quedaron desnudas,
sólo palabras y llanto.
Ahí empezaron las dudas:
¿por qué viven los olivos tanto?.

Volvió de nuevo la vida,
los sueños y el inmortal amor,
los olivos besan su tierra querida.
Paz, trabajo y sudor.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul" (infantil), de Juanjo Cuenca.-

miércoles, 30 de octubre de 2013





AYER FUE


   Ayer fue un suspiro manso,
abierto hacia tu vientre liso
de esperanzas y poblado de sudores
que no eran tuyos.

   Ayer fue un beso eterno,
azúcar en mis labios sin ruido
que recorrían tu cuerpo sereno
y tus ojos, y tus manos.

   No recuerdo tantos efluvios
que me hacían volver loco,
y amándote poco a poco
me levantaba deprisa y sin calma.

   Ayer fue, y hoy
crece abultada tu colina
derramando vida que no es,
más allá de la lontananza.


Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.- 


NAVEGANDO


Te imagino de capitán
sobre una ola de mazapán,
en una mano el timón,
temblando de emoción.

Orilla,
¡qué lejos de tu quilla!.

Navegando, navegando,
¿irás todos los mares surcando?.
Una espuma de colores
impregnada en mil olores.

Viento,
¿soplarás hoy contento?.

Coge tu remo y un amigo
compañero de viaje querido
y canta canciones de estrellas
todas blancas y bellas.

¡A babor!,
antes de que salga el Sol.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul" (infantil), de Juanjo Cuenca.-


LA CASA DE BARRO


Ayer salió de su casa
con rumbo y destino incierto,
buscando que sea un acierto
cruzar en barca esa gran masa.

Nada lleva en los bolsillos
(apenas un puñado de ilusiones)
que se instalan en los corazones
de todos los chiquillos.

A lo lejos, un futuro lejano
en kilómetros y peligros;
todo lo conoce de fotos y libros
allí, al alcance de la mano.

Atrás queda su casita de barro
y el primo y el abuelo.
¿Cuándo volverá a pisar suelo
el niño y a montar en su carro?.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul" (infantil), de Juanjo Cuenca.-

martes, 29 de octubre de 2013



LA HISTORIA


Yo cuento esta historia triste
que una vieja en la acera desgrana en retahíla
y llora en silencio apartando cuentas y abalorios,
mas su pena cae en agua de cascada:
nunca hubo fuente tan caudalosa,
ni pena tan sumisa, perdida en borbotones
que dicen tristezas de antaño,
tristeza por la vida q ue se perdió en el camino.

En los dientes viejos lo amargo castañea,
si no de frío, a lo mejor de ira;
como ira limpia que borra su aturdimiento
en plazas rotas y esquinas de mugre.

Llorando, cuando las lágrimas hace rato que acabaron,
la vieja cuenta...
El mar bravío quedó lejos
y la tempestad es sólo una leyenda.

Contaba la anciana una historia de recuerdos,
del aliento ínfimo que se apaga:
aterido el corazón, salada el alma.

Seguía tejiendo la vieja enferma.
Terminado el llanto, cantada la historia.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul" (infantil), de Juanjo Cuenca.-


EL NIÑO DE CARA TRISTE



El niño de cara triste
tiene, seguro, arena fría
en los bolsillos y lleva en ristre
la dignidad enclenque día a día..

Si alguien le da un mendrugo
en la esquina de cualquier plaza,
no lo importa que esté duro
y seco como una coraza.

Si un perro le ladra en las piernas,
huye en trote cansino;
pues aunque delgadas y tiernas
ya saben correr con atino.

Lo que no soporta
son los días oscuros y con viento
que como cuchillos su carita corta
y no se anda con tiento.

Hay que dormir, ¡tan lejos de casa!,
hoy en un portal sucio
mañana junto a una brasa,
cada vez más solo y mustio.

No tiene amigos aquí,
ni familia cariñosa
para hacerle sentir feliz
y que la vida le parezca preciosa.

Sueña el niño con leones
rugiendo en la selva,
con pájaros de colores
y con el olor de la tierra.

Pasa miedo y dolor
ante el ancho espejo que se quiebra
en olas que dan pavor;
¿por qué no será el mar, piensa, de piedra?.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul" (infantil), de Juanjo Cuenca.-

lunes, 28 de octubre de 2013



EL PADRE AUSENTE


Mirando a través de la ventana
con cristales de vagos recuerdos,
me da por añorarte, padre,
cuando han pasado demasiados eneros.

Pregunto al viento:
velero de tierno mástil
decorado en palabras antiguas
que reconocía tan fácil.

Sé que te fuiste
buscando trabajo,
engañando al hambre traicionero;
te recuerdo risueño, menudo y bajo,
de cara enjuta y muy, muy moreno.

Pregunto cada día, padre,
cuándo volverás a mi lado.

No obtengo respuesta:
acaso el doloroso gorgojeo
de mis tripas con hambre.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul", de Juanjo Cuenca.-


NO LLORES, NEGRITO


Susurrando bajito una nana
besa la frente aterciopelada.
No tengas miedo, mi niño,
que la luna no se apaga.

No llores tan desconsolado
sobre esta estela de plata;
negrito lindo de ojos grandes,
bajo la manta de guata.

No tengas miedo a la noche,
ni al agua con rizos de espuma.
Este barco juega con las olas
y es ligero como una pluma.

Aún con los labios mojados,
acurrúcate sobre mi pecho.
Yo te daré calor, mi niño,
y las estrellas serán tu techo.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul", de Juanjo Cuenca.-


domingo, 27 de octubre de 2013




HAMBRE


Cuando el hambre aprieta
su largo abrazo en la cintura,
regresa como en un sueño
el recuerdo de aquel día...



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul", de Juanjo Cuenca.-


GOTAS DE ROCÍO



Gotas de rocío
empapan los ojos
y las tablas de la barca.
Tras las miradas tristes,
vaharadas de vapor
donde un dedo dibuja
un corazón de sal
sobre el remo.

Y en el suelo,
charcos como espejos.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul", de Juanjo Cuenca.-

sábado, 26 de octubre de 2013



CUANDO BRILLA EL MAR


Cuando por la tarde brilla el mar
van saltando pececitos de coral en coral;
el pescador no echa redes
porque le da pena pescar.
Serena el agua todo el día
y tan azul que está,
guarda en su mirada un secreto
para los oídos que quieran escuchar.
Si atento busco lo que me dice
flotando en canciones de sal
y miro al rojo horizonte
mientras me siento a esperar,
retumba un grito espeso, con espesura
de tierno respirar;
y si me acerco demasiado
hasta la barca y me pongo a buscar,
voy apartando estrellas
que a mi paso parecen llorar,
cuando en la espuma de plata
veo a un niño nadar.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul", de Juanjo Cuenca.-



LA PALMERA


A la sombra de la palmera
como dátiles el pirata Bigotetieso,
¡eso, eso!,
uno para la tripa
y el otro para el regreso.

Va llenando los bolsillos
de dulce fruta almibarada:
uno más y se acaba.
Guardará para el camino
lo que el pirata no traga.

La palmera suelta sus hijos
con pena y poco atino;
no sea que venga otro vecino
compañero de barco del pirata,
¡y todo su fruto dé por perdido!.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul", de Juanjo Cuenca.-




ALTA SUCIEDAD


        ¡Cómo anda el panorama patrio en este verano de calores, nublados y medusas!. Y si no, que se lo pregunten al rey, que entre caídas varias (va a llegar un momento en que de tanto golpe en vez de tener sangre azul, va a ir tirando a morada), safaris inoportunos y yernos díscolos, no va a ganar para comprar Almax, el pobre. Que a veces más vale comprarse un perro o encasquetarse un pelucón azabache y una bata de cola para destripar la zarzamora encima de un tablao en un pueblo perdido de la España profunda, que tener parientes. Porque digan lo que digan, hay parientes y parientes. A saber: están los parientes a los que soy dado en llamar de jolgorio, es decir, aquellos que sólo aparecen de cuando en cuando para llenarse los buches en alguna boda, comunión o bautizo. Durante todo el tiempo restante están desaparecidos y florecen como las amapolas en el campo cuando de saraos se trata. Y lo curioso es que, año tras año, van aumentando en número y especie hasta acercarse casi, casi a la categoría de plaga; luego nos podemos encontrar con los parientes lapa, una subespecie de la primera, pero mucho más presente en nuestras vidas. Estos aparecen por casa con cualquier excusa a la hora del café o la cena (nada, que pasaba cerca de tu casa y he pensado: qué cojones, voy a ver cómo anda la familia) y tú piensas para tus adentros que poco ha andado la familia desde anteayer, que fue el último día que os visteis. Aquí podemos encuadrar a primos, primos segundos, sobrinos o sobrinos-nietos; y por último, están los que he dado en llamar parientes de postín, que son aquellos que, cuando verdaderamente necesitas algo de alguno de ellos, no aparecen ni en el listín telefónico. Pero cuando es al revés, saben encontrarte a ti hasta debajo de las piedras…
            Pues al rey, pobrecito rey, que este año ha tenido que recortar sus vacaciones en Palma de Mallorca y anda desplazándose en un Seat (como toda la Familia Real) por aquello de dar ejemplo con la crisis, le ha salido una especie totalmente desconocida hasta ahora: el aprovechado. O conocido también por su nombre científico vulpes urdangarensis, que no hay nada como acercarse a un familiar pudiente para medrar hasta cotas insospechadas (y no siempre lícitamente) y creerse impunes. Claro, con la familia del rey quién va a meterse… Pues ha de saber, señor Urdangarín, que familia, familia, usted no es, que sí, que pertenece a la Casa Real pero no es familiar del rey propiamente dicho. Y así le ha pasado lo que le ha pasado…
            Muy atrás en el tiempo quedan aquellas épocas en lo que todo lo referente a Palacio era tema tabú e intocable. Se consentían (qué remedio) todas las tropelías y excentricidades de los miembros de la Casa Real y se hacían la vista gorda y oídos sordos a cualquier asunto que oliese a podrido; y siguiendo con los sentidos, había que tener tacto con lo que se decía en la prensa o televisión, so pena de llevarse un mal sabor de boca, cuando menos. Hoy en día se airean en todos los medios los trapos sucios de cada uno de los allegados del rey, sin importar su rango. Y ya no nos sorprende que interese más el último modelito que ha llevado doña Leticia a la penúltima cena de gala o si se ha puesto bikini o bañador durante sus vacaciones, que la última cumbre iberoamericana o si ha subido el Ibex. Ya no existe el derecho a pernada, por fortuna, y la Casa Real cada vez es más real, más parecida a la nuestra propia.
A Urdangarín, precisamente, le ha pasado como aquellos príncipes de los cuentos de nuestra niñez, el héroe que por nacimiento no se habría podido acercar a la princesa ni en pintura pero que era bueno de corazón y, sobretodo, apuesto. Pero que una vez en Palacio se encontraba con todo tipo de intrigas y enemistades más o menos veladas y, de pronto, pensaba: voy a besar a la princesa todo lo que pueda, antes de que me den la patada… y de paso me lleno los bolsillos, por si acaso.
 Al rey, pedirle paciencia. O que deje ya la Corona en manos de su sucesor, no vaya a ser que en una de sus cada vez más frecuentes caídas se nos descuajeringue del todo y haya que hacerlo todo deprisa y corriendo. O puede que un elefante le pise un día un pie y le haga la puñeta en la gota. Aunque, viendo el panorama, no es de extrañar que sea tan reacio a abdicar. No vaya a ser que siendo ya rey, a don Felipe le de por desatender sus obligaciones y se pase el día jugando a los barquitos o al pádel, o que a doña Leticia se le ocurra la descabellada idea de apadrinar una tienda de Mango, que todo es posible. ¿Y la reina?. La reina es un caso aparte de modestia y austeridad. Y si no que se lo pregunten a su cabeza, que lleva soportando el mismo peinado ( y sin despeinarse) más de medio siglo.
Para que luego digan que la Casa Real no es transparente ni austera.








Juanjo Cuenca

jueves, 24 de octubre de 2013



QUIERO QUE ME ENTIENDAS


Quiero que me entiendas
las palabras que yo te digo,
agua clara y ofrendas
y para el pan, un poquito de trigo.

Están los dos amigos
sentados chupando, chupando
caña de azúcar de destellos vivos:
uno oscurito y el otro blanco.

Por más que te escucho
y sigo escuchando,
no sé si por poco o mucho
te comprendo, ¡dímelo cantando!.

Quiero que me entiendas
las palabras que yo te digo,
no quiero que te ofendas,
ni dejes de ser mi amigo.


Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul ", de Juanjo Cuenca.-



MIRANDO ESTÁ ASUSTADO


Mirando está asustado...
¡Qué mirada!. El niño abre
mucho los ojos y el sol
le ciega con gotitas de sal.

Heridas en los pies; han quedado
los zapatos mojados en el camino
del mar, tan inmenso,
abrazados por una ola.

Llora; las piedras blancas
hacen llagas, el aire corta,
todo parece
un mundo triste y diferente.

Y en la orilla malvada
surgen esperanzas vagas,
sin luz, sin meta, sin prisa,
como ángel empapado...

¡Ah, la mirada tan asustada!.
¡Qué mirada!.
El niño se mece en silencio
y hace de la arena su cama.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul", de Juanjo Cuenca.-


   Hola a tod@s!!!. Esta última entrada titulada POR PELOTAS, está sacada de un artículo que escribí durante la última Eurocopa, donde España venció por segunda vez consecutiva. Por eso, aunque esté escrito en presente, creía necesario hacer esta reseña. Después de las vicisitudes que narro ha llovido bastante, pero creo que aún está en boga. Espero que lo disfrutéis...






POR PELOTAS


        Anda que no da juego (y nunca mejor dicho) esto del fútbol. Mirándolo bien mirado da algo más que juego. Porque el fútbol nos nubla el sentido y el entendimiento, nos vuelve eufóricos o vergonzosos marginados… No, si ya lo decían en tiempos de Franco aquellos detractores que esgrimían la idea de que se jugaba tanto al fútbol en España porque, debido a su abultada afición, mientras nos entusiasmábamos con los partidos no pensábamos en tantas otras calamidades y penurias (dejando a un lado la calamidad y penuria que supone una Dictadura), como la guerra, el hambre o el desempleo. Claro, y eso le interesaba al Régimen: éramos como borregos, del campo al redil y del redil al campo.
            Pues sí. Aquí en España el fútbol, al igual que los toros, ha sido siempre tema de un intenso debate. Cada uno defiende sus “colores” hasta las mismas puertas del paroxismo. Todos nos sentimos identificados y hablamos de algunos jugadores como si fueran de nuestra propia familia, tomándonos sus triunfos o derrotas como algo casi, casi personal. No hay reunión de amigos o de cualquier otra índole donde no se hable de fútbol. Y no hablamos de un fenómeno pasajero o intrínsicamente masculino, sino que cada vez más mujeres pueden llegar a perder la cabeza (y algo más, si se tercia) por el fútbol. Nuestra vida es compartida sin ningún tipo de reserva por Casillas, Villa, Messi, Cristiano Ronaldo, Xabi, Iniesta o Cesc (hay muchos más, pero me van a perdonar mi ignorancia futbolística, que no recuerdo tantos nombres como habría de suponerse) y más aún cuando ya hablamos de nuestra querida Selección Española (o La Roja, como gusten, que habrá quien vea en esta denominación connotaciones políticas, que de todo hay en la viña del Señor). Y es que cuando juega la Selección todos nos volvemos uno sólo, una piña, las rencillas de los miembros y “miembras” (esto va por usted, señora Aído) de clubes tradicionalmente rivales, se “apoltronan” en los bares o en la casa de alguien como grandes hermanos a la espera de un suculento premio. Hasta los que no tienen ni pajolera idea de fútbol o sólo han visto un balón en la sección de deportes de Carrefour, se vuelven unos forofos descontrolados cuando juega la Selección. Ojo, que yo me meto también en el saco y ahora que se está desarrollando la Eurocopa disfruto como un enano viendo todos los partidos, por mucho que me vuelva loco dilucidando si es (o qué es) un fuera de juego o la ley de la ventaja… Nos volvemos tan patrióticos que cuñados que llevaban años sin saludarse son capaces de abrazarse profusamente en el rellano de la escalera si acaba de marcar España, y no es raro ver a la pobre abuela que lleva una eternidad sin abrir la boca, más muda que un gato de yeso y que permanece tanto tiempo sentada en el sofá sin moverse que más bien parece un cojín, ataviada con los más diversos utensilios: bufanda, gorro, camiseta de la Selección y hasta pinturas rupestres en la cara, que algún graciosillo (el yerno, probablemente) se ha encargado de endosar a la sufrida vieja y que no contento con eso, luego cuelga en el Facebook para deleite de todas sus amistades.
            Y es que, digan lo que digan, la Eurocopa es mucha Eurocopa. Y si no que se lo digan a los franceses, que parecía que les iba el honor en ello. Porque como suele ocurrir la mayoría de las veces el débil y parco en buen juego, siempre recorre el mismo camino: vilipendiar, injuriar, tratar de sacar la punta a aquello que, a todas luces, es romo. Tanto guiñol, tanta falacia y estupidez para que luego se vuelvan para Francia con el rabo entre las piernas. Menos hablar y más jugar al fútbol, señores. Al fútbol, al tenis, al ciclismo…, porque en todo os aventajamos con creces y sin necesidad de ofenderos o entrar en absurdas polémicas.
            Con tanta simpleza a estos franchutes se les ha olvidado que a lo que venían a esta Eurocopa era a jugar al fútbol y claro, luego pasa lo que pasa: que no te enteras ni por donde te viene el balón y que aunque nosotros lo ganamos todo por pelotas y no ayudados por sustancias ilegales, si uno está entretenido metiendo el dedo en el culo al adversario para degradarlo y hacerle la puñeta (en definitiva desestabilizarlo para que haga un mal partido), se le cuelan los goles hasta por la escuadra, rozando el larguero…
            Aunque, claro está, también podrían aplicarse el cuento lusos e italianos, que se les baje un poco los humos.  Que España podrá tener sus carencias (vamos a obviarlas aquí, porque esto sólo nos daría para otro artículo), pero en lo que a deporte se refiere, la verdad es que tenemos una economía bastante saneada…
            Al final, hablando de Francia, Portugal e Italia, habrá quien se olvide de criticar a la Carbonero, que si desde que está con Iker la Selección ha ganado dos Eurocopas  y hasta un Mundial, ¡por Dios, que duren muchos años!.








Juanjo Cuenca


miércoles, 23 de octubre de 2013



CARICIAS


Vente, madre:
quiero llenarte de caricias
al alba, temprano,
todo tu pelo.
Ya se enreda
entre mis dedos 
alborotado
como en vendaval.
El pelo se esparce
como sábana de raso,
y en un instante
me tapa la cara.

Necesito acariciarte,
madre,
para quedarme dormido.
Vente, madre:
y bésame en los ojos
y cántame una nana
dulce..


Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul", de Juanjo Cuenca.-




“SIMPA”

            Hoy quisiera hacer mención a un fenómeno que cada día está más en boga: “largarse” (muchas veces con nocturnidad y siempre con alevosía) de diversos establecimientos sin pagar los artículos que hemos comprado o consumido. A esta tendencia, que espoleada por la crisis acuciante que soportan nuestras espaldas y bolsillos y que cuenta con una verdadera legión de adeptos, se le conoce con el “sutil” nombre en clave de simpa, y que como habrán adivinado quiere decir ni más ni menos que eso: sin pagar.
            Para ser totalmente honesto he de confesar que, si bien ahora en la edad ¿adulta? ni se me pasaría por la cabeza intentar algo así, sí que es verdad que en la adolescencia y coincidiendo con las primeras salidas con novia o amigos (donde las pesetas brillaban cegadoramente por su continua ausencia) en más de una ocasión, bueno sólo en un par de ocasiones, que tampoco es que fuésemos aprendices de “El Lute”, me vi en la bochornosa tesitura de no tener dinero suficiente para pagar las consumiciones en el garito de turno. Vamos, ni volviendo de al revés los forros de los bolsillos de todos los que íbamos en el grupo llegábamos a sufragar toda la cerveza (acompañada de su correspondiente tapa de pulpo) que en el fragor de la camaradería y de la diversión, habíamos bebido a destajo. Y es que, aunque el primer sentimiento que afloraba a nuestras caras era una risilla boba que denotaba nerviosismo y vergüenza, la verdad es que nos recomponíamos bastante pronto y sólo contemplábamos una salida útil: pies para que os quiero…, o tal vez su prima ¡sálvese el que pueda!, (o maricón el último, que es siempre más castizo). Entonces, y sólo entonces, se sucedían las mismas actitudes y los mismos comentarios que suelen acaecer en estos casos:
-         Oye, que voy al baño. Ahora mismito vuelvo.
Y el muy zorro jamás llegaba a mingitar en el servicio del bar (quizás luego más tarde entre un par de contenedores de basura, un poco más relajado y contento por haberse “salvado”), sino que giraba bruscamente y con disimulo mal contenido se encaminaba directamente a la puerta de la calle, saliendo en estampida. Ja, ja…, que le eche el lazo John Wayne si tiene cojones…
            Así, uno tras otro. Y al final se quedaba sólo solito el pardillo de turno (aquel que no había sido lo suficientemente rápido o listo o no tenía la vejiga tan llena como los demás) que quedaba acodado en la barra con cara de circunstancias y esquivando la mirada inquisitiva del camarero que lo observaba con el rabillo del ojo preocupado porque, de buenas a primeras, aquel nutrido y follonero grupo de amigos de unos minutos antes, hubiese desaparecido como por arte de magia quedando solo en su mínima expresión. En aquel lejano tiempo a esta “actividad” no se la conocía con el nombre de simpa, sino con aquel otro tan bonito y deportivo de “marcar un gol”. Sí, sí, como lo oyen: “marcar un gol”, con todas su connotaciones.
            Pero vuelvo a repetir que aquello ocurría esporádicamente y sin premeditación, no como hoy que el que entra a beber a cualquier bar ya lo hace con la idea de dejar plantado al camarero y batir los 100 metros lisos (u obstáculos, si estamos al solecito en la terraza). Eso sí que es tener malafollá genuina porque, a no ser que yo no me haya enterado y hayan declarado la cerveza o el vino artículos de primera necesidad (bueno…, sí es verdad que para algunos lo son), no hay porqué pasar el mal rato o, mejor dicho, hacérselo pasar al pobre dueño del garito que también tiene que pagar su mercancía y no pocos impuestos.
            Vale que estamos en crisis, señoras y señores. Pero si no tienen dinero para “pimplarse” unas cervezas, pues se queda uno en casa bebiendo limonada y santas pascuas. Tan contentos, vamos. Porque como bien dice un amigo mío: “las penas con alcohol (que no con pan) son menos. Pero el alcohol, en el mejor de los casos, termina por embrutecernos”.









Juanjo Cuenca


martes, 22 de octubre de 2013



LA COMETA


Hace viento. En lo alto de la colina.
Verano seco. Oscuras cigarras;
surca majestuosa y blanca
la cometa bajo el cielo azul.

Sobre la hierba,
un mantel de cuadros,
y encima, aquí y allá 
dispersas, unas migajas.

El padre ríe
mientras el hijo tira del hilo:
"¡Vuela, cometa bonita,
vuela...!". El niño salta.

La tela fina y vieja
se desgarra: cae y cae
acariciando, desde lo alto,
la roja tierra.



Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul", de Juanjo Cuenca.-