DISPERSIONES

DISPERSIONES

lunes, 29 de febrero de 2016

30 POETAS ANTE EL ESPEJO LORQUIANO






TRANSFIGURACIÓN



Floreció el corazón cuando llegaste,
bruna de luz de medialuna fría,
enardeciendo el alba que nacía
y avivando la herida que llagaste.

Nada podrá la muerte que dejaste
herida por la aurora que vencía
la podredumbre donde residía
la transververación que enajenaste.

Fue mi cuerpo vehículo de sombra,
transportando materia enfebrecida,
de la noche a la luz, como la alondra,

que con su herido canto anuncia el día.
Me alzaste hasta la luz esplendorosa
de la tumba de sueño en que yacía.


CARMELO SÁNCHEZ MUROS.-




domingo, 28 de febrero de 2016

30 POETAS ANTE EL ESPEJO LORQUIANO









CIELO MÍNIMO



Más acá de tu nombre,
cuando la sangre
impone una tristeza
al oro
de tu cuerpo,
tú ciegas el instante.
Mudo
es tu aliento.
Tú besas,
sin nombrarla,
la llama de otra muerte:
Tú vives.

En la palabra,
que es cuerpo, tiempo y sueño,
enciende,
para ausencia
de tu nombre,
la carne que te niega,
un cielo mínimo.


JOSÉ LUIS REINA PALAZÓN ("Exotarium").-

sábado, 27 de febrero de 2016

30 POETAS ANTE EL ESPEJO LORQUIANO








BUSCO MI NOMBRE



Me han dicho tantos credos, he vivido
tanto, ha sido tan dura la carrera,
tanta la sobras, tanta la ceguera
para verme en certeza, tan mentido

perfil el gesto humano, que abatido
el corazón desmaya. Mas no era
perfidia de los hombres pues doquiera
se mire todo ser vive perdido.

Y no me sé, y un ciego no es buen guía.
En soledad aspiro hallar anchura
donde dance mi anhelo de belleza,

plena voz que me nombre no vacía,
que dé sentido a este nacer creatura,
este sentirme diosa, y en pobreza.



ROSAURA ÁLVAREZ.-

viernes, 26 de febrero de 2016

30 POETAS ANTE EL ESPEJO LORQUIANO







CUANDO TE CONOCÍ....


Cuando te conocí
el tiempo no había llegado todavía;
el mundo no había llegado todavía; 
tu llanto no había llegado todavía.
La luz no era aún la luz y era
el despertar de un tránsito
de claridad a claridad y todo
era una nada densa y envolvente
unos momentos antes
de la creación.

Después, como un derrumbe,
como un alud de realidad,
como una ola de conciencia, vino
la materia a campar por sus dominios.
Y vino el tacto y la desesperanza.

Hablo de cuando no existía el universo.
Cuando te conocí
tu cuerpo no había llegado todavía.



RAFAEL GUILLÉN ("Las edades del frío").-

jueves, 25 de febrero de 2016

30 POETAS ANTE EL ESPEJO LORQUIANO






HERIDO ESTOY




Como una ola de amor, furiosa y fuerte,
en salitre y en sangre estoy contigo
y me duelen los labios cuando digo
tu nombre por la calle de la Muerte.

Aún queda mucho amor por conocerte
y tu piedra de luz buscando sigo;
la sombra de tu voz está conmigo
y espero que un balido te despierte.

Cuando digo Miguel digo raíces,
digo un largo dolor de despedida,
digo dolor y luz, tierra pisada.

Yo sé que me hablas tú, sé lo que dices.
Me cruza el corazón toda la herida.
Herido estoy mortal de tu pedrada.


JULIO ALFREDO EGEA ("Piel de Toro").-

miércoles, 24 de febrero de 2016

30 POETAS ANTE EL ESPEJO LORQUIANO





AUTOBIOGRAFÍA


Como el náufrago metódico que contase las olas
que le bastan para morir,
y las contase, y las volviese a contar,
para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre
la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de
cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.



LUIS ROSALES ("El náufrago metódico").-

martes, 23 de febrero de 2016

30 POETAS ANTE EL ESPEJO LORQUIANO




DESTINO



Entre ti, soledad, me busco y muero,
en ti, mi soledad, mi vida sigo,
vencida por tus brazos voy contigo
y allí te aguardo donde ya no quiero.

Desde siempre en mi calle yo te espero,
y amante de mis noches te persigo,
si alguna vez, dolida, te maldigo,
desde tu ausencia, triste, desespero.

Me diste la esperanza de tenerte
en mi dolor. Guiada por tu mano
subí los escalones de la muerte.

Aquí donde a tu sombra soy crecida,
el tiempo, tuyo y mío, va cercano,
dejándome la sangre ya cumplida.


ELENA MARTÍN VIVALDI ("Cumplida soledad").-

lunes, 22 de febrero de 2016

30 POETAS ANTE EL ESPEJO LORQUIANO




       Comenzamos hoy un viaje extraordinario. Un viaje que nos llevará, olfateando a Federico en cada rincón de los versos que nos irán acompañando, a deleitarnos con la íntima esencia de la poesía. Porque cuando la poesía fluye, el mundo parece (o es) más cómplice.
          De la mano de 30 espléndidos poetas que nos guiarán por los recovecos más intransitables, o quizás más humanos y habitables, de un poema que, una vez, decidió nacer desde el corazón y la pluma de cada uno de estos hombres y mujeres, nos adentraremos en los insospechados laberintos de la vida.
           Porque cuando la influencia de Federico García Lorca se hace presente, todo un torrente de sensaciones encontradas nos salen al paso.

          El contenido de esta selección de poemas y autores ha sido elegido por Mariangustias Mellado Suárez, abordando con ello una ardua tarea de escoger un texto lo más representativo de cada uno de ellos.
         A continuación reproduciré  la introducción que para esta obra ha escrito, muy acertadamente, Marie Perg.

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FEDERICO ASIMILADO


Si múltiple y compleja fue la personalidad del poeta Federico García Lorca, así de compleja y múltiple es esta exposición toda, como documento sin fecha en el tiempo. Y así, una fuente él, que emana siempre y cala hondo en estos poetas y en su poesía.

Presente en ellos su influencia, que así lo manifiestan, en sus obras está explorado el concepto lorquiano del tiempo, el tiempo no vivido, de la muerte, sus símbolos, su iconología..., siguiéndolo en su ser y en su vida; en su ser desde su infancia, Fuente Vaqueros, aquí y ahora; en su esencia, con versos.

De Federico decía Lezama Lima: "...su misma sentencia poética parecía cortada por los dominios de la extensión de un ojo helénico, o al menos del helenismo que pasó por el sur peninsular...".
Lorca desde la tradición clásica, a la vanguardia. A las vanguardias del siglo XXI, en su poesía y en estos poetas.


Marie Perg.-


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Pasemos entonces a conocer a estos poetas que se han sentado ante el espejo lorquiano, pero antes y como no podía ser de otra manera, comenzaremos con un poema de Federico García Lorca en homenaje, y en agradecimiento.



EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA




Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.



FEDERICO GARCÍA LORCA ("Sonetos del amor oscuro").-




domingo, 21 de febrero de 2016

PRESENTACIÓN NOVELA "7 DÍAS JUNTO AL MAR", DE MANUEL MORENO. MOTRIL, 19-02-2016.-




      El pasado viernes 19-02-2016, a las 20'30 horas y en el Salón de Actos del Centro San Agustín de Motril (Granada), por parte del Aula de Pensamiento Francisco Javier de Burgos tuvo lugar la presentación de la novela de Manuel Moreno Sánchez "7 días junto al mar". El autor fue presentado por un servidor, Secretario del Aula de Pensamiento, y nos dejó una conferencia sobre el tema central de la novela (los celos), que nos dejó a todos los presentes con ganas de más. 
      Gracias a todos lo que, como siempre, nos apoyáis. Sin vosotros esto no tendría sentido.



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      Manuel Moreno nació en Cullar Vega en 1977. Sin estudios superiores, su adolescencia fue, según sus propias palabras, la vida de un vividor irresponsable, vertiginosa y llena de excesos, siempre mas pendiente de lo falso y mundano que de lo realmente importante.        En el año 2000 se trasladó a vivir a Calahonda. Allí permaneció durante diez años, a lo largo de los cuales, pudo probar, en este orden; la amargura de las lágrimas, el sinsentido de la depresión, el dolor de la soledad, y la satisfacción de al final encontrarse a sí mismo a la par que descubría aquello para lo que servía: escribir. Una vez que encontró aquello que le daba sentido a su vida, no dudo en arriesgarse a transitar ese camino desconocido, en el que no era experto y para el que no se había formado. Hoy nos presenta Siete días junto al mar, y afronta el futuro con la certeza de que en la vida todo es posible, sólo hay que desearlo y trabajar para producirlo.  

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      "Lourdes es una madrileña que está harta, agobiada y esclavizada, por los continuos arrebatos de celos por parte de su novio. Cuando lo deja, todavía parece atada a su recuerdo, y decide marcharse siete días junto al mar. Allí conoce a Pablo, un joven que parece salido de otra época, y que a través de sencillas explicaciones, metáforas y cuentos, le abre una ventana a una nueva realidad.
      ¿Quién no ha sentido o padecido los latigazos de los celos en alguna ocasión? En esta narración se nos brinda la oportunidad de sondear el universo de los celos, mostrándonos sus recovecos psicológicos con una claridad pasmosa, y sorprendiéndonos, seguramente, en el modo en el que nos vemos identificados con ellos en menor o mayor medida".








































sábado, 20 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR







La poesía de Dylan Thomas es inclasificable. Algunos lo ubican como el último poeta maldito, y otros directamente lo ubican fuera de sus bibliotecas. Personalmente veo los poemas de Dylan Thomas como algo necesario, imprescindible. Claro que este rasgo fundamental no tiene que ver con efectos prácticos, sino con el placer. Leer a Dylan Thomas es asegurarse un buen rato.
El poema que hemos traducido es el primero que Thomas logró publicar con cierto reconocimiento, y que el tiempo ha convertido en un clásico de la literatura moderna. Una visión global, y por lo tanto imperfecta, nos habla de un poema extraño, con un vocabulario confuso y a veces incompresible. Una visión personal nos revela una declaración, un poema que trasciende las palabras que lo componen y que explota una idea (una filosofía) hasta las fronteras del lenguaje. Casi nunca soy determinante al recomendar un poema, pero en este caso, cualquier persona que no disfrute de estos versos me resulta sospechosa.





Y LA MUERTE NO TENDRÁ DOMINIO/AND DEATH SHALL HAVE NO DOMINION





Y la muerte no tendrá dominio.
Muerto es desnudo, todos serán uno
con el hombre en el viento y la luna occidental;
cuando sus huesos estén limpios
y limpios sus huesos se hayan ido,
tendrán estrellas en los codos y pies;
aunque vayan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar se elevarán,
aunque se pierdan los amantes el amor no,
y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio.
Bajo las vanas corrientes del océano
ellos yacen a lo largo sin morir en vano,
torciéndose cuando los nervios acechan,
atados a una rueda, ellos no se quebrarán;
la fe en sus manos nunca se romperá,
y el unicornio correrá entre los males;
separando todo jamás se desarmarán;
y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio.
Las gaviotas ya nunca clamarán en sus oídos,
ni las olas romperán sonoras sobre la costa;
cuando brote un capullo la flor no alzará
la cabeza a los golpes de la tormenta;
aunque sean dementes y muertos como clavos,
líderes de los martillados entre margaritas;
descansando al sol hasta que el sol descanse,
y la muerte no tendrá dominio.


DYLAN THOMAS (1914-1953).-

viernes, 19 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR






Qué profunda y grave es la pena. Qué profundo lacera la esperanza de una ternura delicada, simple. Qué grave palpita la hondura de aquello que un día nos conmovió, y cuyo sentido literario hoy muere sobre la página inerte, transformándose en sangre que vaga por nuestras venas. Hace cinco años ya te conocía, Princesa convocada por los aires, atraída por el intenso rumor del mar. Hace cinco años te leía, amigo Lovecraft, y recién ahora te comprendo. La Belleza siempre cae bajo la mirada del indiferente, y el sufrimiento no se agota con los días, sino que se renueva en cada pequeño detalle cotidiano.
Ambos hemos perdido. Ambos hemos dejado algo en el camino: tu doncella vaga entre las olas, la mía camina bajo una bóveda hecha de pinos inciertos; ajena y distante para mí; real y palpable para los príncipes que vendrán. No hay consuelo ni existe calma en el olvido. Yo podría cantar su belleza sobre el frío pergamino del recuerdo, pero nunca podré ocultar el dolor por un presente que jamás volverá a ser mío.



LA NOVIA DEL MAR/THE BRIDE OF THE SEA



Negro telar de riscos, tierras altas detrás de mí,
oscuras son las arenas de la distante costa;
sombríos son los caminos rocosos que me recuerdan
con tristeza los días perdidos en el Nunca Más.
Suaves, las olas del océano acarician las rocas,
dulce y familiar es aquel sonido hondo;
aquí, con su cabeza sobre mi hombro
he caminado con Unda, La Novia del Mar.
Brillante fue la aurora de mi juventud cuando la conocí,
dulce como la brisa que sopla sobre la hierba.
Rápido fui capturado en las más sólidas cadenas del Amor,
era feliz estando aquí, y Ella era feliz conmigo.
Nunca le pregunté por dónde había vagado,
nunca me preguntó por mi pasado:
felices como niños: no pensamos ni soñamos,
sólo disfrutamos de la abundancia de la tierra y el océano.
Cuando la luz de la luna tocó su suave melodía,
alta en el acantilado, sobre las aguas que contemplamos,
su cabello fue atado con una guirnalda de sauces,
desplumado en la fuente de un bosque encantado.
Extrañamente, ella miraba aquel vaivén repentino,
deslumbrada ante la luz, encantada por el sonido:
entonces las olas de salvaje aspecto la reclamaron,
severas como el océano y crueles como la noche.
Fríamente ella me dejó, sorprendido y llorando,
de pie, en soledad, entre las legiones que ella bendijo:
hacia abajo, siempre abajo. A medias cayendo, a medias volando,
la dulce Unda robó los secretos malditos del mar.
La calma creció sobre las aguas, y los azotes tumultuosos
fueron un monótono balanceo mientras Unda, la Hermosa,
pasó por las arenas húmedas con afectuoso saludo,
oculta para mí, ya nunca estuvo allí.
Largos años vagué por las rocas donde ella se desvaneció,
altas lunas ascendieron y cayeron otra vez.
Gris rompió el alba hasta que la triste noche fue desterrada,
mi corazón permaneció allí, con su infinito dolor.
He recorrido el amplio mundo en busca de mi amada;
vagué por el lejano desierto y las distantes aguas.
Hasta que sobre una ola, mientras la tormenta rugía,
vislumbré un rostro que me embargó de calma y felicidad.
Nunca en mi inquietud he tropezado
al buscar los pálidos destellos de mi camino.
Ahora me he extraviado donde las olas tiemblan,
de vuelta en el escenario del ayer abandonado.
¡Mira! La luna se alza roja sobre las brumas del mar,
se eleva en una ominosa grandeza, digna de contemplar;
extraño es su rostro, como mis torturados ojos que ven
sobre el inabarcable reflejo de la luz y el azul.
Directo desde la luna, hasta la orilla donde estoy suspirando,
surge un puente brillante, hecho de anhelos y diamantes.
Frágil puede ser, pero qué sencillo resulta intentarlo:
vagar desde la tierra hasta el orbe de los sueños olvidados.
¿Qué rostro aparece bajo el luctuoso ojo de la luna?
¿He encontrado por fin a la doncella que huyó?
Sobre el puente delicado mis pasos se acercan,
su fantasma de ternura acelera mi marcha.
Las corrientes me rodean, y suave me balanceo,
lejos, sobre el sendero de la luna finalmente la veo.
Impaciente, a medias cayendo, a medias rezando,
avancé hasta alcanzar aquella visión de la Gracia.
Las aguas murmurantes se cierran sobre mi,
suave, la visión se acerca con ternura.
Mis hechos han concluido. Mi corazón reposa sin lugar,
a salvo eternamente con mi amada: La Novia del Mar.


HOWARD PHILLIP LOVECRAFT.-

jueves, 18 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR






A pesar de provenir de un universo de costumbres victorianas, Ernest Dowson siente y se expresa como un verdadero poeta del romanticismo. Su dolor pocas veces tiende a lo patético, y casi siempre logra expresar, con una magnífica delicadeza, sentimientos muy complicados de describir, como
por ejemplo la desesperanza. Aquellos de vosotros que disfrutais de los poemas del dolor, seguramente os sentiréis halagados con esta última invitación del poeta. Decir que sólo se trata de un poema sobre la muerte sería demasiado simplista, y acaso injusto. La verdadera intención del poeta parece ser más bien el cansancio, el agotamiento ante una desilusión permanente, implacable.
Francamente, nosotros también nos hacemos eco de estas intenciones. Es que ni siquiera los espejos somos ajenos a la desazón, que en nuestro caso proviene de la ausencia de nuestro reflejo más amado.



UNA ÚLTIMA PALABRA/A LAST WORD


Vayamos entonces: la noche está a nuestro alcance;
el día yace exhausto, todas las aves han volado;
y nosotros hemos cosechado la siembra de los dioses;
muerte y desesperación, honda oscuridad sobre la tierra
jóvenes como el búho, no podemos comprender
ni el llanto ni la risa, pues sólo conocemos la vanidad:
que ha impulsado nuestra perversa desolación.
Vayamos entonces: hacia un ignoto sitio, extraño y frío;
a las Tierras Vacías, donde los justos e injustos
encuentran su fin, donde descansan los viejos;
liberados del amor, del miedo y la lujuria.
Unamos las manos desgarradas, roguemos al suelo que rodee
nuestros corazones enfermos y los disuelva en polvo.




ERNEST CHRISTOPHER DOWSON (1867-1900).-




CICLO POESÍA DE TERROR






Nuestra pequeña sección de poemas fúnebres siempre ha intentado alejarse de los estereotipos, de los aborrecibles lugares comunes que suelen caer sobre la poética de la tristeza. La tarea es, de hecho, bastante sencilla, ya que la buena poesía nunca necesita de la exageración para conmover.
El poema de hoy es, rigurosamente, un poema que habla de la muerte, pero con una sutileza que no necesita mayores introducciones por mi parte. De manera que sólo me limitaré a invitarles a que ingresen en esta oscura habitación, donde un padre vela por la salud de su hija, y donde una pequeña ventana jugará a ser el oráculo de una tragedia anticipada.




LA VENTANA/THE WINDOW



Toda la noche, por una distante campana,
las horas fueron pasando en la oscuridad,
mientras los suspiros de ella se elevaron y cayeron,
y el destello de vida que en su rostro se veía,
parecía brillar o desvanecerse ¿Quién podría decirlo?
La ventana abierta en la habitación,
con un fuego de luz dorada,
en las sombras fue hundiéndose,
como un ojo escrutando la Noche.
¿Qué ves en la Oscuridad, pequeña ventana, y porqué temes?
Veo al jardín cubierto por las formas del miedo.
 Frágiles y pálidos fantasmas bajo los árboles,
balanceándose en el frío aliento nocturno,
 y bajo la frondosa sombra del laurel, la figura de la Muerte.
Las dulces, claras notas del ave vespertina,
nos hablaron del paso de la Oscuridad;
tal vez mi amor las haya oído,
pues en sueños pareció sonreír,
mientras el rayo del naciente amanecer
habló de esperanza sin palabras,
hasta que el esplendor del este palideció
la luz de la lámpara, ahogándola;
y la ventana abierta lentamente giró
hacia el interior, desde el ojo de la mañana.
¿Qué ves en el cuarto, pequeña ventana,
que hace que brilles majestuosa?
Veo que la niña duerme sobre la almohada, suave y blanca,
con el rosa de la vida sobre los labios,
y el aliento vital sobre el pecho,
y los brazos de Dios sobre ella, mientras plácidamente descansa.


HENRY VAN DYKE.-

miércoles, 17 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR








Totalmente solo (All alone) es un poema gótico de la escritora inglesa Mary Robinson, publicado en 1824, casi veinticuatro años después de la muerte de la autora. Totalmente solo es un poema que explora las variables más funestas del romanticismo: el dolor inclaudicable por una madre que ha muerto, y la necesidad implacable de rondar por su tumba día y noche, como un espectro, hasta que las estrellas caigan o los dioses recuerden aquel viejo pacto de inmortalidad.


TOTALMENTE SOLO/ALL ALONE




¿Por qué te has extraviado, pequeño muchacho,
en la ribera del camposanto
tu cabello ondulado en finas rebanadas se oculta,
tus lágrimas oscurecen el azul;
¿Por qué suspiras quedamente,
por qué lloras, si te han dejado solo?
No te han dejado solo, muchacho,
los viajeros se detienen al oír tu historia:
¡Ningún corazón es ajeno a ella!
Aunque la mejilla de tu madre sea pálida,
y se marchita bajo la piedra,
no te han dejado solo.
Te conozco bien. Cabellos dorados
en ondas sedosas a menudo veía:
tu rostro arrugado, tan fresco y plácido,
tu risa pícara, tu aire juguetón,
eran todo para mí, pobre huérfano,
antes de que el Destino te abandone.
Tu abrigo rojizo se ha rasgado,
¡tu mejilla cultiva pálidos gusanos!
Tus ojos se apagan, miran desesperados,
el pecho desnudo se encuentra con el viento fuerte;
y a menudo escucho gemir en las profundidades
que te han dejado solo.
Tus pies desnudos están llagados,
aquella cruz que diariamente recorres;
vientos invernales rugen a tu alrededor,
el camposanto es tu triste morada;
tu almohada una gélida piedra.
Y allí eres libre de sufrir, en soledad.
La lluvia es espesa allí, nocturna;
la helada desgarra tu pecho;
más el tejo te resguarda del cielo.
Oí el lamento de tus modestos infortunios;
te oí, antes de la estrella de la mañana,
llorar en la oscuridad, y llorabas solo.
A menudo te he visto
sobre la cálida rodilla materna;
en vida fuiste su regocijo,
y ahora su deudo.
Ella duerme bajo la joven lápida
que proclama: te han dejado solo.
Seca tus lágrimas, sobre la colina
tañen las campanas del pueblo;
la caña alegre, deportes recios,
los juegos rústicos te llaman desde lejos.
¿Entonces por qué llora y suspira
un niño solo en la multitud?
No puedo subir la escarpada colina,
no puedo cruzar el prado en la meseta;
no puedo llegar al valle
ni oír los gritos de alegría:
pues el mundo yace bajo una piedra
dónde mi madre me ha dejado solo.
No puedo juntar flores
para vestir las rosadas tertulias,
no puedo pasar las horas de la tarde
entre la muchedumbre ruidosa;
pues todo es oscuridad y soledad.
Mi madre duerme bajo la piedra joven.
Observa como las estrellas comienzan a brillar,
el perro pastor ladra.
Es tiempo de volver;
zumban las filas de caza bajo el rayo de la luna,
atisbadas desde la silueta vaga del tejo:
blanca cae sobre el mármol,
donde mi querida madre duerme sola.
No me retengas, pues debo partir,
el camino de la meseta es lento;
y allí la primavera comienza a vivir,
vistiendo el lecho de mi madre.
Solo la cuida durante el día,
un lecho que se desmorona en soledad.
Mi padre fue llevado sobre el mar tempestuoso
hacia extrañas tierras distantes,
mi madre permaneció conmigo,
barrió con llantos las noches y el frío.
Nunca dejaré esta piedra helada
donde ella duerme en soledad.
Mi padre ha muerto, incluso allí encontré
una madre cariñosa y amable;
sentí su pecho extasiado
cuando jugaba en su falda,
ella bendijo mi tono infantil,
y poco pensaba yo en lápidas.
Nunca más escucharé su voz,
nunca más veré su sonrisa;
no te preguntes porqué desgarro mi corazón,
pues ella habría muerto para seguirme.
Ahora duerme bajo el mármol,
y yo estoy vivo, para llorar en soledad.
Ella amó a su niño juguetón,
de un alto risco fue vista al caer;
oí de lejos el tañido de las campanas,
parecía en vano ayudarla;
oí el gemido desgarrador,
un lamento por haberlo dejado solo.
Nuestro fiel perro enloqueció y murió,
el relámpago golpeó nuestra choza,
sin morada nos quedamos,
y supe adonde debíamos ir:
a la pobre casa de un corazón de piedra
que nunca palpitará en los gemidos de la miseria.
Mi madre sobrevivía por mí,
ella me condujo a la alta montaña,
me miró, mientras allá en el árbol
me senté y tejí entre las ramas;
y ella me gritaba: No temas, muchacho,
no te he dejado solo.
La ráfaga sopló fuerte, el torrente se elevó
y barrió nuestra humilde choza:
y donde el arroyo claro fluye veloz,
sobre el césped, al amanecer del día,
cuando el brillante astro latía,
yo vagué desvalido, y solo.
Pero no lo estás, muchacho, ya que he visto
tus diminutas huellas en el rocío,
y mientras el cielo de la mañana, sereno,
se esparce sobre la colina,
oí tu gemido triste y lastimero,
junto a la fría piedra sepulcral.
Y cuando las horas del mediodía estival
se extienden por el paisaje,
te he visto, tejiendo flores fragantes
para adornar el lecho silencioso de tu madre.
No solo en la piedra simple del cementerio,
donde tu, muchacho, estás solo.
Te seguí a lo largo del valle,
y encima del camino hacia el bosque:
te oí contar tu historia triste
mientras lenta moría la estrella del día:
ni siquiera cuando su luz se desvaneció
tu has vagado totalmente solo.
¡Oh, si! Era yo, y todavía seré
un andariego, un peregrino desesperado;
el mundo está vacío para mi
¿dónde está la belleza del rocío?
Si ella me ha dejado solo,
durmiendo sueños de oscuridad.
Ningún hermano me llorará,
pues no conocí ningún hermano;
ningún amigo lamentará mi destino,
ya que los amigos son escasos, y pocas sus lágrimas;
a nadie veré, salvo esta lápida,
donde me quedaré eternamente solo.
Mi padre nunca volverá,
él descansa bajo las olas verdes,
ningún hombro amigo donde llorar
cuando me oculto allá en la tumba:
no un para vestir con flores la piedra
sino para existir en completa soledad.


MARY DARBY ROBINSON (1757-1800).-

martes, 16 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR






Thalaba, el destructor (Thalaba, the destroyer) es un poema de vampiros del escritor inglés Robert Southey, escrito en 1801. Se lo considera como uno de los primeros poemas de vampiros de las letras inglesas, al igual que el único poema realmente gótico. Tanto su historia, inspirada parcialmente en Vathek, de William Beckford, como su estilo, están intrínsecamente vinculados a la novela gótica.



THALABA EL DESTRUCTOR/THALABA EL DESTRUCTOR



¡Un ocaso de tinieblas y tormenta!
Dentro de la cripta
Thalaba depositó al anciano,
para protegerle de la lluvia.
¡Una noche de tormenta! El viento
azotaba el cielo sin luna,
y gemía entre los sepulcros;
y en las pausas de su azote
oían el caer de la densa lluvia
sobre el monumento.
En silencio, sobre la tumba de Oneiza
su padre y su esposo se hastiaban.
El almacín desde el minarete
cantó la medianoche.
¡Ahora, ahora!, gritó Thalaba;
y sobre la cripta de la tumba
creció un pálido resplandor,
como los reflejos de un fuego áureo;
y en esta espantosa luz
Oneiza se apareció. Era ella,
Las mismas facciones alteradas por la muerte,
lívidas mejillas, labios azulados;
pero en sus ojos aparecía
un brillo más terrible
que todo el espanto de la muerte.
¿Vives aún, infeliz?,
preguntó con trémula voz a Thalaba;
¿y debo abandonar cada noche mi tumba
para decirte, en vano,
que Dios te ha abandonado?
¡No es ella! exclamó
el anciano,
¡es un espectro, sólo un espectro!
Y dirigiéndose al joven que empuñaba la lanza:
¡Arrójasela tú mismo!
¡Arrójala! ,
gritó Thalaba,
y, desprovisto de toda fuerza,
clavó sus ojos en la terrible forma.
¡Sí, arrójala! ,
gritó una voz cuyo tono
inundó su alma con tanto alivio
como la lluvia sobre el desierto
de la muerte.
Pero, obediente a esa voz familiar,
fijó sus ojos en aquello,
cuando Moath, de firme corazón,
efectuó el lanzamiento: a través del cadáver del vampiro
voló la lanza, cayó,
y gimiendo por el dolor de la herida
su diabólico morador huyó.
Una azulada luz cayó sobre ellos,
e inundados de gloria, ante sus ojos
el espíritu de Oneiza descansó.


ROBERT SOUTHEY (1774-1843).-

lunes, 15 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR






Sobreviví la noche (Somehow myself survived the night) es un poema nocturno de la escritora norteamericana Emily Dickinson, publicado en 1871. El poema es conocido en español con otros títulos alternativos: De algún modo sobreviví a la noche, Sobreviví la noche de un modo secreto, entre otros.


SOBREVIVÍ LA NOCHE/SOMEHOW MYSELF SURVIVED THE NIGHT



De algún modo sobreviví la noche
y entré en el día.
Al salvado le basta su salvación
aunque no sepa el cómo.
Así tomo mi lugar entre los vivos,
como alguien me escoltase,
candidata al azar de la mañana
pero citada con los muertos.


EMILY DICKINSON (1830-1886).-



domingo, 14 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR







Si la muerte es amable (If death is kind) es un poema de la escritora norteamericana Sara Teasdale, publicado en la colección de poemas de 1920, Llama y Sombra (Flame and Shadow).


SI LA MUERTE ES AMABLE/IF DEADTH IS KIND


Si la muerte es amable, y puede que haya un retorno,
volveremos a la tierra alguna noche fragante,
y tomaremos estos caminos para encontrar el mar, y girando
respirar la misma azalea, baja y blanca.
Bajaremos de noche a esas playas resonantes,
y al extenso, delicado trueno del océano,
aquí por una sola hora en la amplia luz de las estrellas
seremos felices, pues los muertos son libres.


SARA TEASDALE (1884-1933).-

sábado, 13 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR







Decir adiós no es algo sencillo, y más aún cuando el motivo de la separación es algo tan irreversible como la muerte. Peor aún es intentar que ese mismo adiós adquiera las proporciones del arte, de manera que aunque el dolor de la separación sea eterno, la poesía y el lamento que la forjaron también se extiendan a través de la alfombra del tiempo. Un poema para un adiós, o mejor dicho, un poema para decir adiós, es una tarea tan sublime como poco práctica. Casualmente, estos son los únicos ingredientes esenciales del arte. Dentro de nuestra pequeña sección de poemas fúnebres ya hemos visto algunos ejemplos de esto, aunque pocos de ellos pueden compararse con esta nostálgica y magistral despedida de Oscar Wilde.



REQUIESCAT


Lean apaciblemente: Ella está cerca,
debajo de la nieve.
Hablen suavemente: Ella puede oír
a las margaritas crecer.
Todo su brillante cabello dorado
en lóbrego óxido se ha empañado,
ella, que era joven y encantadora
ha caído bajo un manto polvo.
Hermana de las Lilas,
blanca como la nieve,
ella apenas sabía
que era hermosa,
por lo que dulcemente creció.
El sarcófago es tu hogar,
una pesada lápida
yace sobre tu seno,
mientras en soledad lamento
que tu descanso sea eterno.
Paz, paz;ella no puede oír
el canto de la lira
o el fervor de un soneto,
mi vida ha sido enterrada aquí,
la tierra descansa sobre ella.


OSCAR WILDE.-

CICLO POESÍA DE TERROR








Que los muertos descansen en paz (Laß die verstorbenen ruhen) es un poema de vampiros del escritor alemán Kaspar Von Stieler (1632-1707), donde la mescolanza entre romanticismo y un punto de oscuridad en las imágenes que nos muestran los versos, hacen del autor un mero espectador de lo que acontece en la misma puerta de nuestra consciencia como un sueño oscuro y amenazante.


QUE LOS MUERTOS DESCANSEN EN PAZ/LAB DIE VERSTORBENEN RUHEN




Muere, Filidor
¿por qué no has muerto por tu deseo?
El coro de promesas de las musas
anunciaba herederos a tu nombre,
aunque pensara Florilis
que ninguno lloraría por ti.
Florilis, seguramente,
reirá con tu muerte;
y, de seguro,
contará bromas
sobre tu ataúd
y saltará, vitoreará
y cantará sobre tu tumba.
Si alguien menciona tu nombre,
tras tu muerte,
como, cuando o donde sea,
ella se burlará sobre tu lápida,
ella misma estremecerá tus roídos huesos.
Mas, orgullosa niña,
no imagines
que así te dejaré ir.
Un rostro espectral,
similar al mío, te atormentará;
te perseguirá mi espectro e irá al lecho contigo.
Un sueño opresivo
te despertará a menudo.
Penosamente creerás cómo entonces puedo asustarte:
Haré tu vida miserable con lamentos y golpes.
Si por la mañana te encontraran heridas,
dirás que te las hice para vengarme.
Si caes enferma
te atormentaré en tus pensamientos.
Conviene entonces te corrijas
mientras aún hay tiempo para ello.
Si me desvaneces en las vaporosas aguas del Aquerón
no tendrá sentido quejarse
cuando mi fantasma te atormente.



KASPAR VON STIELER (1632-1707).-

viernes, 12 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR








Prospice es uno de los mejores poemas de muerte de toda la literatura inglesa. Robert Browning, el oscuro, el sombrío: imagina la muerte como una batalla. El moribundo es para él como un viejo soldado, curtido por mil guerras, y que debe enfrentarse a un último conflicto. Hasta aquí, el ideal del guerrero medieval parece evidente, pero el soldado de Browning teme a la muerte, acaso por lo que aguarda del otro lado: el reencuentro con ella.



PROSPICE


¿Temer a la muerte? Sentir la niebla en mi garganta,
la neblina en mi rostro cuando llegan las nieves,
y las ráfagas que anuncian que estoy acercándome;
el poder de la noche, la fuerza de la tormenta,
la asechanza incansable del enemigo.
Allí está, el horror supremo en forma visible;
sin embargo, el hombre temerario debe acercarse,
porque el viaje ha concluido y la meta alcanzada;
las barreras caen, aunque falta una batalla para la conquista,
la recompensa de todo lo anterior.
Siempre fui un guerrero. ¡Una lucha más, la mejor y la última!
No deseo que la muerte vende mis ojos,
que atenta me hiciera pasar arrastrándome.
¡No! Dejadme conocer todo su sabor,
quiero ser como mis padres, héroes de antaño,
soportar la embestida, pagar las deudas de una alegre vida
en un minuto de sufrimiento, de sombras y de frío.
Porque para los valientes lo peor se transforma en lo mejor,
el momento sombrío termina, y la furia de los elementos,
las voces demoníacas desatadas se someten, se inclinan,
cambian, se transforman en una paz que nace del dolor;
luego una luz, luego tu seno, ¡Oh, tú, alma de mi alma!
¡Volveré a abrazarte y que la paz sea con Dios!


ROBERT BROWNING (1812-1889).-

jueves, 11 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR




De los ya incontables poemas del romanticismo que hemos traducido para nuestra biblioteca gótica, posiblemente éste sea el que más comulga con aquello que sospechosamente denominamos poesía gótica.
Se trata de un poema de nuestro admirado Lord Tennyson; que mezcla la soledad, la noche, el amor, la pasión por la poesía fúnebre; y aquella débil pero latente sensación de que estamos ante un sueño espantoso, pero que a medida que aumenta su horror, también lo hace su fascinación.




POR LA NOCHE YACÍAMOS SOBRE EL CÉSPED/BY NIGHT WE LINGERED ON THE LAWN




Por la noche yacíamos sobre el césped,
pues debajo la hierba era seca y cálida;
y a través del cielo una bruma plateada
se anticipaba al verano, en calma,
permitiendo que los cirios ardan inquebrantables:
no se escuchaba el canto de los grillos,
y sólo se oyó el murmullo de un arrollo lejano,
y sobre la urna el débil aleteo
de los murciélagos en los fragantes cielos,
girando brillantes en delicadas formas
que surgen durante el crepúsculo,
envueltos en capas oscuras;
con pechos hirsutos y perlados ojos.
Mientras cantábamos viejas baladas que sonaron
de colina en colina, donde cómodos yacíamos,
la blanca becerra resplandeció, y los árboles
rodearon el campo con sus oscuros brazos.
Pero cuando los otros, uno por uno,
huyeron de mí y de la Noche,
cuando en la casa, una por una,
las luces se apagaron, yo permanecí solo.
El hambre asaltó mi corazón, Leí;
sobre aquellos felices años que una vez fueron,
en las hojas marchitas que conservaban su verdor,
las nobles letras de los muertos.
Extrañamente, sobre el silencio brotaron
las mudas letras parlantes, y extraño
fue el lamento desafiante de las palabras
que probaban su valor. Entonces, oh prodigio: habló.
Habló de la Fe, el Vigor, el Valor de detenerse
donde la duda impulsa la espalda del cobarde,
y pronunció agudos enigmas que sugerían,
que atraían hacia la intimidad de su celda.
Entonces, palabra a palabras, línea tras línea,
el hombre muerto me tocó desde el pasado,
y todo al mismo tiempo me pareció
que el alma viviente fue reflejada en mí.
Allí mi alma fue herida, girando
sobre las empíreas alturas del pensamiento,
llegando hasta aquello que es, atrapando
las hondas pulsaciones del mundo.
Una melodía antigua que medía
los pasos del tiempo, los golpes de la fortuna,
el soplo de la Muerte. Lentamente, mi trance
fue diluyéndose, aferrada a la penosa duda.
¡Vagas palabras! Pero cuán difícil es
darles forma, moldearlas en el discurso,
que duro es para el intelecto hurgar
en la memoria de lo que me convertí.
Hasta ahora, el dudoso crepúsculo revela
las colinas una vez más, donde cómodos yacíamos,
donde la blanca becerra resplandecía, y los árboles
rodeaban el campo con sus oscuros brazos.
Aspirada desde las tinieblas lejanas,
la brisa comenzó a temblar sobre
las grandes hojas del sicomoro,
penetrando todo con su inmóvil fragancia.
Reuniéndose sobre las frescas bóvedas,
sacudió las ramas de los olmos, y pasó
sobre las rosas abatidas; y agitó
los lirios de un lado a otro, diciendo:
el Alba, el Amanecer. Y murió lejos.
El este y el oeste, sin un hálito de aliento,
mezclaron sus tenues luces, como la vida y la muerte,
para esculpir un día que jamás tendrá fin.



LORD ALFRED TENNYSON (1809-1892).-

CICLO POESÍA DE TERROR




Los poemas fúnebres nos tienen habituados al dolor por la muerte, a esa imprecisa sensación de que todo en el mundo es efímero, y que nada está destinado al recuerdo. Lo mismo sucede con la poesía romántica, cuya esencia fue el individualismo, lo cual equivale a la soledad, al aislamiento. Las masas no mueren, el hombre, el individuo, sí. Pero dentro de este acabado monumento a la desdicha de saberse mortales, también surgieron poetas que manejaron otros ángulos para la misma cuestión. Tal es el caso de José de Espronceda, quien ha vislumbrado la realidad de la muerte desde el otro lado, es decir, desde el lado de la muerte.


CANCIÓN DE LA MUERTE



Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.
Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.
Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.
Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.
En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.
Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.
Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.
Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.



JOSÉ DE ESPRONCEDA.-

Aula de Pensamiento Francisco Javier de Burgos: Siete días junto al mar

Aula de Pensamiento Francisco Javier de Burgos: Siete días junto al mar: VIERNES 1 9 DE FEBRERO · 20:30 H. CENTRO SAN AGUSTÍN ENTRADA LIBRE MOTRIL 201 6 Manuel Moreno nació en Cullar Vega en 19...

miércoles, 10 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR







Retomamos nuestra sección de poemas mitológicos desde una perspectiva un tanto extraña. Nuestro narrador del día fue uno de los grandes dramaturgos y poetas del romanticismo escandinavo, nada menos que el sueco Erik Johann Stagnelius. Claro que la extrañeza de la que hablábamos no tiene que ver con este nombre inverosímil, tampoco con el hecho de que un poeta romántico beba de la fuente mitológica, el verdadero asombro se encuentra en las gélidas latitudes donde el poeta ha encontrado su inspiración. El Nacken es un espíritu acuático, profundamente arraigado en la tradición nórdica, y cuyo carácter amable ha ido mutando en las leyendas hasta aparecer como un espectro vil y codicioso. Algunos recopiladores lo asocian con el Nixcobt, otro ser del que ya hemos hablado oportunamente. Es natural que la poesía del romanticismo busque su espejo en la mitología clásica, donde seguramente se encuentran las cimas más acabadas de la poesía atávica. Pero ciertamente son pocos los que han reparado en los diminutos fantasmas del norte, y menos aún en un pobre músico de los arroyos, quien brota de las profundidades para cortejar con su melodía a la luna plateada.


NACKEN



La tarde se adorna con nubes de oro,
las hadas bailan en la pradera
y el Nacken, coronado con hierbas,
toca su violín en el arroyo de plata.
Niño en el pincel sobre el banco,
descansando en el vapor violeta,
oye de pronto el murmullo del agua fresca,
llamando desde la noche inmóvil.
Pobre compañero ¿por qué tocas?
¿Acaso calmará tu dolor?
Puedes traer los bosques y los campos a la vida,
más nunca serás un hijo de dios.
Las noches de luna en el paraíso,
las flores edénicas planicies
coronadas
de ángeles en las alturas. Nunca
por el ojo fueron contempladas.
Lágrimas fluyen por el rostro del anciano,
sumergiéndose profundo en los rápidos,
el violín calla.
El Nacken jamás volvió
a tocar en el arroyo de plata.

ERIK JOHANN STAGNELIUS (1793-1823).-

CICLO POESÍA DE TERROR



Es imposible determinar en quién pensaba George Heath cuando escribió este asombroso poema. Lo que si es posible es imaginar que sus posibilidades no son caprichosas, y que está en nosotros
dibujar el rostro que el poeta ha insinuado. Para que no se nos atribuya una cobardía excesiva, daremos nuestra opinión (sin fundamentos, por supuesto) sobre las intenciones del poema: Las rocas, en una visión kantiana del mundo, son una especie de enemigos de la muerte, pues luchan tenazmente contra el tiempo y decaen con cierta majestad, la misma que poseen todas las empresas nobles y absurdas. En el hombre, el corazón es lo más parecido a una roca. Su lenta erosión y decadencia siempre son menos brutales de lo que nos gusta pensar; y es allí donde las cosas imperecederas encuentran el camino más dilatado posible. Si bien el corazón no es inmortal, sus tesoros de angustia y amor son lo más cercano a la eternidad en esta tierra olvidada.


INSCRIPCIÓN SOBRE UNA ROCA/INSCRIPTION ON A RUDE STONE


La tranquila juventud en el valle creció,
y sobre sus pensamientos arrojó un manto,
amaneció en su espíritu un nuevo significado,
y tuvo un sueño sobre una misión grande;
pero Dios, en su infinita sabiduría, señaló
con dedo severo la ruptura del proyecto.
Su vida es un fragmento,
una pista incierta.
Su arpa tenía una cuerda armoniosa o dos,
la tensión fue enorme, surgieron y volaron,
y unas pocas cuerdas breves
y dispersas
son todo lo que queda ante los ojos
de la maravillosa canción que el hombre joven conoció.
¡Si, aquellos que posean el sentimiento!
¡Una lágrima por ustedes!
Descansa, tu el mas triste de los cantantes, en paz
Adiós George.


GEORGE HEATH (1844-1869).-

lunes, 8 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR






El siguiente poema de Enid Derham no necesita de nuestros indeseables preludios, lo cual no indica que el resto de los poemas de nuestra biblioteca gótica sí los necesiten. La realidad de esta renuencia a comentar ciertos poemas es simplemente la consecuencia de su traducción, situación que podemos resumir con la siguiente fórmula: hay poemas que nos agotan, literalmente.
Hay autores que me estimulan a escribir (Poe, Dunsany, Blake, Rossetti, etc) y otros que agotan brutalmente mi capacidad de elaborar párrafos medianamente dignos. Este es el caso del poema de hoy, el cual me ha deparado un gran placer al traducirlo, pero que me ha despojado de todos mis pequeños artificios.




DESCANSO ETERNO/ETERNAL REST




Cuando el impaciente espíritu abandona
la sólida cárcel de las Horas,
derramando suave y sin demoras
las ropas que lo vistieron día y noche,
para trascender la carne que ata,
sin someter jamás el corazón indomable,
en igual disolución, la arcilla
que agitó las formas también huirá,
transformada en fuego soplando en el viento.
No merecemos cambiar por vestidos luminosos,
nosotros no, Oh Tierra, para que en ti cese
nuestra gris resistencia por el frío y la oscuridad.
Estos ojos han visto con dolor, y ahora reposarán,
un descanso que todos hemos deseado,
y sobre tu seno de inmutable paz,
cambiaremos con suavidad,
lentamente hacia el Olvido.


ENID DERHAM.-

domingo, 7 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR







Los poemas del dolor suelen estar asociados a dos cuestiones: el amor y la tristeza. Entre ambos existe toda una trama de sutiles variaciones que van desde la poesía mitológica hasta la poética de la muerte. Ahora bien, aunque muchos escritores se han inspirado en la soledad, no son tantos los que han encontrado un vehículo tan maravilloso como Ernest Dowson. Es común que encontremos que la soledad es descrita por algún amante abandonado, o por alguna dama que aguarda la llegada del amor. Pero la soledad, la verdadera soledad, yace sólo en el aislamiento. 
El poema de hoy nos hablará sobre un aislamiento doblemente infame: el de alguien que vive encerrado en un hospicio, alejado del mundo no sólo por muros y rejas, sino por la incomprensión, por un alejamiento brutal de todas las convenciones.
La imagen de este espíritu desdichado, contemplando la luna y las estrellas a través de los barrotes, aferrado a un manojo de hierbas secas con la seguridad de que se tratan de radiantes rosas es, sin lugar a dudas, uno de los ejemplos más acabados de la poética de la soledad.



PARA ALGUIEN EN EL MANICOMIO/TO ONE IN BEDLAM



Con delicadas, dementes manos, detrás de las sórdidas barras,
él sostiene sus flores, manojo apretado en densas lágrimas;
aquellos marchitos ramos de paja, marcan miserablemente
su espacio, universo enjaulado, donde contempla al mundo indolente.
Pedante y lastimoso. ¡Ah, como luchan su arrebatadora mirada
contra la indiferencia! ¿Saben ellos de los sueños divinos que lo agitan,
riendo como en un sueño encantado por el vino,
mezclando en una quimera su melancolía con las estrellas?
¡Oh, Hermano desdichado! Sí, de tí sienten lástima.
¿No he cedido con alegría a la promesa de tus ojos,
Reino de los tontos, lejos de los hombres que siembran y cosechan
la vanidad de sus días? Mejor que las flores mortales
son tus pequeñas rosas lunares: Mejores que el amor o el sueño,
las estrellas han coronado con olvido la soledad de tus horas.


ERNEST CHRISTOPHER DOWSON (1867-1900).-

sábado, 6 de febrero de 2016

PRESENTACIÓN POEMARIO "DE LA LLUVIA SOBRE EL MAR", DE NICOLÁS RODRÍGUEZ MARTÍN. MOTRIL, 04-02-2016.-



      El pasado jueves día 04-02-2016 la Asociación Aguaviva de Motril presentó el primer poemario de lo que se pretende sea una colección de poesía que englobe a todos los escritores de Motril y la Comarca.
      Con el titulo genérico de "Colección Poesía del Sur", abrimos la mencionada colección con el libro de nuestro amigo Nicolás Rodríguez Martín "De la lluvia sobre el mar", donde el autor nos ofrece una antología de poemas ensalzadores de la historia de su tierra y sus gentes. Un poeta intimista y contemplativo que hace de la palabra el arma ideal para escapar del olvido.

      El acto contó con la presencia del Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Motril, Francisco Ruíz, la Coral Armiz que puso música a uno de los poemas y del grupo de Teatro Aguaviva, que realizó una preciosa performance de otro de los poemas titulado "Los dioses de la guerra". Numeroso público abarrotó, así mismo, el patio del Palacio de las Condesas de Torre-Isabel, un espacio íntimo y dado a declamar versos.

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      Nicolás Rodríguez Martín nació en Motril en el año 1937. Aficionado a la poesía desde su adolescencia, ya en 1962 fue premiada su participación en los Juegos Florales de Motril, último certamen de la etapa antigua del Teatro Calderón. Como autor de relatos ha sido premiado con el "Martín Recuerda 1990", "Relatos cortos sobre la mujer 1994" y "Clara Campoamor 1996". Su creación poética fue incluida en el libro "Antología de Poetas Motrileños 1993" y "Poesía y Caña de Azúcar 2015". Colaboró con el libro colectivo de poesía "Semillas 1997" y con relatos y poemas en "Antología Lírica del Mar 2000" y "Versos para un Fin de Milenio 2001". En diciembre de 1997 se le concedió a su libro "Behetría de mar a mar" el primer premio del certamen "Ciudad de Motril de Poesía 1997" que fue publicado por el Ayuntamiento de Motril en junio de 2000.
      Su poemario "Hombre de Caña" se publicó en Cuadernos Literarios de Salobreña el año 2003. Sus poemas "El Mondero", "Himno a la Virgen de la Cabeza" y "Nana de la Caña Dulce" fueron las letras para composiciones de canto coral de los músicos Antonio Lorenzo Camarón, Miguel Assíns y Arbó y Jesús Sanchidrián Torti, respectivamente.


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LA LLUVIA SOBRE EL MAR



La lluvia sobre el mar, la tarde gris.
La lluvia sobre el mar, lentas gaviotas.
La lluvia sobre el mar, la playa umbría.
La lluvia sobre el mar, las flores huella
de los desnudos pasos en la arena
que el viento del olvido no borró.

El golpear de menudas caracolas.
Esas aguas vencidas
que caen en multitud sobre mi mar.

La soledad ausencia: qué agonía,
qué avance sin llegar de sal inmensa,
qué inútil cae la nube sobre el mar.

Nicolás Rodríguez Martín.-