Otro año más nos acercamos hasta el Teatro Calderón de la Barca de Motril, para experimentar en primera persona el goce de escuchar recitar sus poemas compuestos para la ocasión por los niñ@s del Colegio "Virgen de la Cabeza" de Motril (Granada). Y con éste, ya van cuatro ediciones de este magnifico y emotivo recital que, año tras año, va sumando adeptos.
Lleno total en el teatro, muy arropados los niños por familiares, compañeros y profesores. Este año el recital ha versado sobre las cuatro estaciones, como metáfora del paso del tiempo.
Acompañamos a los chicos recitando nuestros poemas (además de algunos profesores), mi querida amiga y poeta Trini Hurtado, que repite experiencia y no por ello deja de emocionarse, y un servidor con un poema titulado "PAISAJE DE INVIERNO".
Dar las gracias a todos los niños por su arte y su alegría, a los profes Ana Galindo, Belén, Ángela, Antonio, al "dire" Miguel..., y algunos más que olvidé sus nombres pero que estuvieron al pie del cañón como la profesora de música que elaboró junto a los niños una coreografía por cada una de las estaciones. Magnífico.
A partir de ya, comenzamos a preparar el recital del año que viene...
Os dejo algunas fotos del emotivo acto y el poema que recité para acompañar a estos pequeños pero inmensos poetas.
Mi gratitud y mi cariño para todos ellos.
PAISAJE DE INVIERNO
Sopla un viento helado
entre
los edificios grises que viven
en
esta tarde gris,
sobre
las azoteas,
que
cobijan el piar de ateridos gorriones
vestidos
con plumas de invierno;
sobre
los coches estacionados
pululan
inquietas las gotas de rocío
y
van dejando pequeñas lágrimas
resbaladas
en la acera.
Los
cristales aparecen bañados
bajo
una pátina de vaho
que
los niños desdibujan con dedos
temblorosos;
los
perrillos buscan refugio,
como
huérfanos perdidos que ladran
su
miseria a los charcos oscuros
y
profundos,
y
pernoctan en portales
húmedos
y tristes.
Cantan
las gotas al estrellarse sumisas
sobre
adoquines y cabezas,
igual
que la savia que se derrama
en
cascada dulce
por
el tronco del almendro.
El
viejo suspira sentado en el banco frío
del
frío parque: el invierno anidó
hace
tiempo en su pelo y en su alma,
y
destapa la nostalgia que abreva
en
el rincón más infinito de su corazón
donde
vuelve a ser un niño,
lleno
de costras y remiendos,
que
vuelve a casa, henchido,
con
un trocito de calle en los bolsillos.
Juanjo Cuenca.-