DISPERSIONES

DISPERSIONES

martes, 31 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA





POEMA DE LAS GRANDES TRANSFORMACIONES



La primera vez
que la muerte pasó por mi vida
me cayó por tierra
la corona del imperio, un cetro de orgullo,
un castillo de vanidad.
Y fui quedando más ligero
del peso enorme de la vida.
La segunda vez
que la hoja de la muerte pasó por mi vida
me cortó los brazos
y todo el cariño me huyó entre los dedos.
Y fui quedando más libre
del enorme peso de existir.
La tercera vez
que la hoja de la muerte pasó por mi vida
me cortó las piernas
y aprendí a caminar con los propios pasos
y fui quedando más libre
del eterno peso de existir.
La cuarta vez
que la hoja de la muerte pasó por mi vida
me rasgó el horizonte del corazón
y todas las estrellas del futuro
cayeron a los pies.
Y fui quedando más suelto
del pesado fardo del ser. La enésima vez
que la muerte pasó por mi vida,
ya estaba podado
de casi todos los excesos de ego.
Separado lo denso de lo sutil,
Reducido al la esencia del ser.
Y fui quedando más leve
del aéreo peso de la vida.
La última vez que la muerte pasó por mi vida,
me amputó el pescuezo y la esperanza.
Mi cabeza rodó por los campos de toda memoria.
Estaba libre de todo exceso de materia
y comencé a vivir.


LUÍS AUGUSTO CASSAS (Brasil, 1953- "O retorno da aura").-

POESÍA LATINOAMERICANA







MATAR TOROS, PALABRAS




Aparecía en su poema, un toro, lo perseguí,
pero no lo encontré.
Busqué un mapa donde poner a esa niña que miraba
la cara de otra mujer arriba
y la del hombre castaño que, a su lado,
la observaba crecer y cantaba.
Entonces busqué a la que nombraba a los toros
como si fueran palabras
y enrollaba cintas de su vestido (brillantes)
como si fueran ilusiones.
Aparecimos cogidas de la mano en un claro del mar
que parecía un ruedo
haciendo musarañas con las olas.
La vida era anterior a otros acontecimientos que no fueran deseos.
Ella me ponía el espejo frente a la nariz
y yo, me peinaba.
En la gruta que formaban las rocas nos contábamos cosas
y por debajo de las piernas cruzadas y luego, extendidas
pasaba el tiempo.
Me gustaría olvidarlo todo y despertarme a su lado
como aquella vez,
para empezar el falso juego de lo que queríamos.
“Un escritor puede admirar sinceramente a un torero,
difícilmente a un colega”. Pero yo la admiré
a pesar de las contraindicaciones que no advertían
cómo y cuándo se fueron las palabras rodando del papel
acomodándose por la pendiente, arrastrándose
hasta quedar petrificadas, sin proposiciones
en esta gruta con forma de toros que huyen de la envidia
y no exagero, se fueron
todas las palabras, la capa de lealtad de aquel torero
que por fin, nunca la acompañó tampoco.
Y ella cogió el espejo como pudo
para que yo me mirara decir: “eso es tener un alma”
sostener el espejo para que otro imagine
la destrucción, la nada de vivir sin las palabras
mientras derrochábamos cintas (vanidad)
que ella nos dejó
y ella tan sola con el espejo y la capa
(todo lo que quedaba de un fragmento astillado
de lealtad).
Por eso, “pienso con frecuencia en la palabra nada”
por la resurrección de otras palabras
que nunca pronunció
mientras manoseábamos toreros fingidos,
muchachos delgadísimos (castaños)
amantes y vidas entre toros
que nos mortificaban.
Pero en el ruedo que es la muerte
(monomanía fecunda) dicen,
la niña salta de la composición
y se aleja.
Una niña primero, la otra, después.
No quieren ver su destino, comprometerse
ni aferrarse un poco más a la palabra
creer.
Siguen jugando con cintas, con títeres,
y, a veces, cantan.
Las dos niñas actúan. Van y vienen por el escenario
(el ruedo, la página prohibida).
Su voluntad de destrucción (y la mía)
revive ahora, apacigua,
es simulada también
en el después.
Pero el después no existe.


REINA MARÍA RODRÍGUEZ (Cuba, 1952).-

lunes, 30 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA




PROBLEMAS DEL LENGUAJE



Yo que tú
no hubiera esperado tanto.

Esperabas que yo fuera
a la cita donde hablarías de la palabra dolor.
De allá para acá
(el tiempo corre, querida,
el tiempo es un puerco veloz
que cruza el bosque de la vida!)
han pasado muchas cosas.

Entre ellas
la lectura de Proust.
(Si me vieras.
Soy más cínico más
gordo y
camino medio lelo
como una retrospectiva de la muerte.)

Yo que tú no hubiera esperado tanto
y me hubiera ido con aquel que te decía
con una saludable economía de lenguaje:
cásate conmigo.

(Ahora me esperas. Y yo
no sabría decirte nada
y tú
sólo sabrías hablar
y hablar
de la palabra dolor).

Cuando supe que el lenguaje
era una escalera para subir a las cosas
(uno está arriba
y no sabe cómo bajar
uno está arriba
y se las arregla solo)
decidí no verte más.

Nadie posee
una lengua secreta.
Ni los hopi
ni los dogones.

Nadie posee
una infinita reserva
de juegos de lenguaje
(¡corta es la vida
y el tiempo es un puerco!).

Voy a preguntarte
la función del color blanco
en nuestras vidas.

A ver si nos entendemos.



ROLANDO SÁNCHEZ MEJÍAS (Cuba, 1959).-



POESÍA LATINOAMERICANA





ELLA



Viene despacio,
entra
tropieza con mi tos,
con mi costumbre de dejar la nuca
en cualquier parte.
Viene despacio,
ordena mis silencios,
desata las palabras necesarias
recibe la correspondencia de mis ojos.
Viene despacio,
a tender sus manteles de ternura.
Viene despacio,
apenas echa humo para no despertarme.
Se abre paso entre vasos arrojados al día,
retratos de mujeres,
noches de bronca y noches de ginebra.
Viene despacio,
entra,
se arrodilla al borde de mi alma
a juntar los fragmentos de mi risa.
Después se vuela azul como la tarde.


JORGE BOCCANERA (Argentina, 1952- "Contraseña").-

domingo, 29 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA




SONETO DEL PERDIDO TIEMPO




Ahí donde el instante es un recado,
donde muere de prisa una palmera,
el reloj es la duda pasajera
de una caricia que aprendió el pasado.

Vivir y haber vivido: ¿Quién —alado—
sobre las crestas de las horas fuera
visitante de honor en cada esfera,
espacio, tiempo, dimensión o estado?

Pues el minuto, sin querer, devora
las entrañas del tiempo en cada hora
que finge el suave rostro de la espera,

es en los huesos donde el alma, ruda,
penetra los abismos y desnuda
con otra exactitud tu vida entera!



FEDERICO HERNÁNDEZ AGUILAR (El Salvador, 1974- "Apología del cinismo").-

POESÍA LATINOAMERICANA






REGRESO



A San Fernando quiero ir en el vapor Delta.
Desde las escalerillas ver cómo el barco separa
las cargas de troncos de los aserraderos
y los lomos florecidos de los caimanes.
Llegar a su puerto de tablones
donde el río entrega las aguas de cien barrancas
y el recuerdo de algún pueblo orillero.
Cuando la lluvia descuelga sobre mi cabeza
angostas calles enhebran la cifra de tu nombre.
El río crecido roza la capilla del anima salvadora
donde iré a dejar unas cuantas monedas
por los amigos que enfermaron de distancia.
Al pasado quiero ir en el vapor Delta,
a los burdeles, a las galleras del traspatio,
donde Dios habita la plenitud de su tristeza.
Que todos los sabanales reblandezcan con su brillo.
Yo me voy por esta senda donde el rayo se enmantilla.
Amo las noches lenguarases de sus muelles,
el sucio butacón de las nubes en los días de invierno
con marineros apoyados a sus palancas de anoncillo.
El lirio viejo de sus bosques.
A San Fernando quiero ir,
quiero volver,
ahora que el paisaje ha muerto de alabanza.


IGOR BARRETO (Venezuela, 1952).-



POESÍA LATINOAMERICANA





VISIÓN DEL MERCADO



Lo único que nos detendrá, te dije, será la visita
al mercado de Algeciras.
El mar, que aparece sin ser visto,
es un reino de fuerza que se asienta en la cabeza
y tiene el color potente de una aguamarina.
Recorremos un camino de aceitunas moradas,
limones cortados que salpican el rostro,
cestos de higos secos que esconden el áspid,
carne de pez espada donde gime el corazón.
Poco antes de abrir los ojos
el gesto de tus manos entre el pescado
me eleva en el espacio con la plenitud
de un ángel sobreviviente.


RODOLFO HÄSLER (Cuba, 1958).-

viernes, 27 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA




ESE MUCHACHO


Ese muchacho iba con ritmo adolescente,
despreciaba los frenos como un James Dean austral,
tocaba en la guitarra aires del cono sur,
tableteaba en las cuerdas el sonido del humo,
en su memoria estaban otros acordes nítidos,
persecución acaso y un padre que se iba
al revés de las aves, compuesto el corazón
por una extraña mezcla de miedo y de nostalgia.
Épocas de hace poco, cuando pensar costaba
la vida nada menos y había que prevenir
estos tiempos terribles porque el futuro era
un lugar impensable y el pasado tan solo
lo que habíamos pensado. El presente, severo
cuestionador del tiempo (que no existe, por cierto).
Pero el muchacho estaba sin lugar en el mundo,
era un poco del sur, un poco de ninguno,
los puntos cardinales ya se le habían perdido,
su brújula no era, su corazón latía.
No sé si decidió arrojarse al vacío
o quiso hallar el sur debajo del asfalto
o pensó que podría sobrevivir de nuevo
como en las otras veces, cuando pudo lograrlo.


EDUARDO LANGAGNE (México, 1952).-

POESÍA LATINOAMERICANA






LUCRECIA



Soy una isla en el centro del medio de la isla.
Soy el medio del centro de la isla de una isla.
De vez en cuando vienen a mí pájaros silentes.
Si fuera escritor diría los pájaros de vez en cuando
vienen a mí.
Y les pondría un adjetivo semejante a silente.
Diría pájaros silentes por ejemplo.
Tengo tanto miedo de morir Lucrecia que de vez en
cuando, no sé si ya lo dije, silbo como el viento
o como si fuera el viento o contra el viento de una
forma apagada.
Y me pregunto ¿se puede silbar contra
el viento de una forma apagada? ¿acaso no se apaga
solamente la luz?
Mi vida, debo confesarlo, es algo así como un teatro
del absurdo.
A veces pienso que soy una montaña y que
tú eres un árbol y que tengo tu agua.
¿Será por la saliva?
Lucrecia.
Tanto tiempo sin nombrar más que tu nombre. El reino
de tus ojos. El reino de los ojos de tu nombre.
Ayer cuando no estabas. Digo ayer como si fueran
siglos. Ayer cuando... no estabas levanté una mano y
te toqué con los dedos. Ese rostro de arena que se han
de comer los gusanos. Los gusanos de mi tierra. Mía,
herida por el hueco de mis letras: Lucrecia.
Si me permites querría llamarte así con ese nombre tan
medieval o tan a Luis 14. Déjame pensar en el oropel
de las palabras como si una montaña pudiera evocar al
cielo de los cielos. Eso que llaman los hombres
paraíso.
Si me muevo el gesto me delata, no puedo escapar de mí,
no puedo escapar al destino y no hago más que
temblar como tiemblan los animalitos perseguidos.
Si fuera un hombre diría lápiz o carta de papel de
hostia para consumir el vino tinto.
Si fuera un hombre huiría de estas palabras para dejar
de decir palabras tan torpes.
O diría el cielo está negro y los astros se consumen
en la nada.
O diría la página está blanca y las palabras se consumen en la nada...


PAUL FERNANDO PUMA (Ecuador, 1972).-

jueves, 26 de mayo de 2016

MIRAR (VÍDEO-POEMA, 2011).-







Donde una ventana es un poema abierto de par en par al mundo.










Y DE VERAS AMAR... (VÍDEO-POEMA).-



      Porque la poesía, al igual que aquellas muchas almas atormentadas, se puede encontrar en cualquier sitio...


























POESÍA LATINOAMERICANA






DANZA CURVA


Con un cuchillo la vastedad es inmediata.
Tomar un bocado o cometer un crimen, pueden ser
dos extremos posibles para el ánimo de quien lo empuña.
Para el que mata, el corte es una danza curva
contra el cuello.
Para el hambriento, el corte contra la carne
es la bendición de su miseria.
Pero el que hunde la palabra cuchillo en un poema
corta y troza sin bendiciones ni danzas.
El poema puede ser un tajo luminoso que separa la carne
de tu alma para flotar.
Sólo en la voracidad del hambre está la inmediatez.
La vastedad; en el temor de la víctima y en el vértigo
de quien escribe.



RICARDO MIGUEL COSTA (Argentina, 1958- "Danza curva").-

POESÍA LATINOAMERICANA






RETRATO DE LA VIDA QUE TE ESCRIBÍ



La vida que te escribí ya no la recuerdo:

de cuál luna o cuello colgará,
en qué árbol habrá escondido hermosas o terribles sus palabras,
en que voces se oirá,
en qué calle incendiada seguirán caminando sus pasos para siempre
y en qué cristal perfecto beberá
para después bailar con quién
en qué salón deshabitado
y se mirará en qué espejo
y en cuál lecho dormirá
cubierta de labios, de jardines, de falenas:

como las olas que pierden a sus olas
en el último mar
o las manos que ya no encuentran a sus manos
o los rostros desvanecidos en los retratos:

la vida que te escribí
ya no la recuerdo.



CARLOS LÓPEZ DEGREGORI (Perú, 1952- "Retratos de un caído resplandor").-

miércoles, 25 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA






NOS DEBEMOS AL ALBA



Traicionar las palabras,
canjear su peso, su color,
en el sucio mercado de los días
es acto que nos llena de muerte
y ceniza y vago afán.
Ha de ser castigado
con el hierro, la soledad,
el tedio y la miseria.
Nos debemos al alba,
plateros, a la dicha,
y al canto y al remo
y al ensueño trazado en la garganta
y a mañanas sin prisa
en las orillas de un mar que ya no es.
Porque al final todo es olvido
para el que al tráfago su sangre dona,
a la parla chi suona
y a conversaciones con tontos
y mercachifles,
y comete delitos en descampado
con las pequeñas,
las terribles y mansas
y arteras palabras.


JUAN FELIPE ROBLEDO (Colombia, 1968- "De mañana").-

POESÍA LATINOAMERICANA






ROGUEMOS QUE MAÑANA



No hay remedio, compañera.
En este país
hasta las hormigas confabulan contra la alegría.
Roguemos que mañana
lluevan sobre nosotros
bestias de amnesia
para quedar, ahora sí, soterrados todos
bajo
un
alud
de
bruma
de la que nunca, oh efímeros, debimos haber salido.


RAFAEL GUTIÉRREZ (Guatemala, 1958).-

martes, 24 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA










PARA EVITAR CALAMIDAD



Llega dormido al ventanal.
Ella sorbe los jugos.
Cuando apoya la cabeza en el abismo
él corre con los meñiques
a sus tímpanos.
Los senos, crótalos densos,
rozan rodillas, hebras del más allá.
Acantilado náufrago el dormido
por los labios que lo elevan.
No sabe por qué destino
prodigioso ha vuelto
a abrir la cremallera y desde ella
la consolación, el abandono.
Todo fluye. Echa
a correr. Emprende
vuelo. Sublevado
elixir del derrumbe.
Duerme expulsando paraísos
como decir pájaros
sin que haya leído el jazz
de esta jauría o el de Morrison
junto al loro de un «Te quiero».
Pero la mudez medita en lo sublime.
Le hace falta esa muerte,
esa mina del asombro de amar,
ese correrse de la ecoración al infinito.
Incluso la ceremonia de la sonrisa
al lecho impone camino
de perfección. Altas arterias, carne
de encariñada luz, el centro
de una flor de magnolia. Vulva
desbordada al labio, al índice.
Ni idea ni volición ni santuario.
Sólo sorber del gondoleo de los cuerpos
su almíbar siniestro.


PEDRO LÓPEZ ADORNO (Puerto Rico, 1957- "Opera ardiente").-



(De Opera ardiente, 2005).

POESÍA LATINOAMERICANA






ERROR EN TIRO




No te voy a engañar: tú bien sabes que del béisbol
viene el título.
El misterio lo he dejado en una caja fuerte. También
el subjetivismo.
Busco una poesía sin memoria la historia: sostiene
la torre de los locos de la que hago memoria
en tránsito hacia el coro.
(Una carta de presentación con el decir de los vulgares,
decía que
baile un merengue profano en todos
los sancochos).
Nada de cristalería, baratijas, ni fragilidades
de ángeles desterrados.
Los problemas del cuerpo, a la cama. A la poesía
se viene desnudo con los dientes
de leche, incubando los huevos de la fiebre
en la ruta de una estrella gitana.
Quiero una poesía que respire con el pulmón
de Moreno Jiménes,
el aire que le fue destinado a Manuel del Cabral.
Muerte al ángel doctrinario, nada de maniqueísmos.
Lo moral es ridículo.


ALEXIS GÓMEZ ROSA (República Dominicana, 1950- "New cork city en tránsito de pie quebrado").-

lunes, 23 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA







RADIO DE ONDA CORTA



A oscuras mi padre sintonizaba la radio:
una pelea de box en japonés,
la crónica de un atentado en italiano
o la caída de un avión en ruso.
Aunque los periódicos al día siguiente
desmintieran sus versiones, él se entendía
con la frecuencia y la estática.
Fiel receptor de hechos incomprendidos
a lo largo del cuadrante, insomne
en las ondas de alguna estación.
Mientras, junto a él, mi madre
soñaba encontrar un interlocutor.


ENZIA VERDUCHI (México, 1967- "El bosque de la hormiga").-

POESÍA LATINOAMERICANA





EXTRANJERA



A las puertas de la ciudad
me agazapo en la cosecha de tus senos.
Mientras el cuchillo visita a los escribas del alba,
pinto tus muros, lunación de hembra.
Bajo los ropajes desatados
una mujer desterrada de las provincias del sueño,
legada por cielos inciertos en el desvelo de los festejos,
ha levantado por encima de mí
el sonido de los pífanos, con toda su jauría,
con toda su muchedumbre.
Extranjera con la que he soñado
en las más ruidosas plazas.
Bajo su túnica, con la punta de los dedos
he hablado el lenguaje de la noche.
Sobre sus pasos he llegado con el sedimento de los míos
a fundar inmensos patios para el nacimiento de sus
palabras breves como el estremecimiento del poema.
Extranjera infestada de vientos más frescos que el agua,
hembra en la alianza de los frutos.


FERNANDO LINERO (Colombia, 1957- "La Risa del Saxo").-

domingo, 22 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA






LOS CAMPOS



Un Campos, el dios,
vulcaniza el pájaro del desdén
en las frentes ajenas.
Otro Campos, el muerto,
lleva su miedo a la taberna de las amistades.
Hay uno más, el triste,
que carga el cadalso de algunas mujeres.
Hay otro que ni él conoce
y que tiene enterrado
un enorme gusano eclesiástico.
Mi hermano grande, Campos,
que habla siempre para convencerme...
y tantas veces lo hace.


MARCO ANTONIO CAMPOS (México, 1949).-

POESÍA LATINOAMERICANA






A MARINA TSVIETAIEVA


El frío
de un terrón de azúcar
en la lengua de una taza de té
de un pan que salta
en rebanadas sangrientas.
El oficio de lavaplatos,
las genuflexiones
y las manos que todavía
se sumergen
con cierta cordura.
Los rojos
los blancos
los cabezas rapadas
y los cosacos
podrán echar mi puerta a patadas
o aparezca una cuerda
con que atar un baúl y colgarme
sin que me estremezca un centímetro.


DAMARIS CALDERÓN (Cuba, 1967- "Sílabas. Ecce Homo").-

sábado, 21 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA







DE LA PROPENSIÓN A LOS ACCIDENTES



Me he estrellado contra el cielo esta mañana.

La palabra que no dije
se hizo cráter en el centro de mi boca.

Lo que quedó de mí podría recogerse con cuchara
una que los duendes usan para tragarse auroras y presagios

Les ha sido muy difícil identificarme.

El marfil que sustentaba mi vértice en el mundo
es ahora una espiral de sueños en soltura.

Ilusiones borrosas astillan mis pulmones
el cerebro está lleno de gorriones lastimados, pero vivos
y candiles encendidos para los ritos nobles.

Se me ha derramado la arena de los días
en castillos para nadie defendibles
y una mancha de señales emergentes.

De tres neuronas salvadas del colapso
han salido carcajadas y un ruido de tambores.

Solo así han sabido
de quién es ese cadáver tan bonito.


CONSUELO TOMÁS FITZGERALD (Panamá, 1957- "Libro de las Propensiones").-



POESÍA LATINOAMERICANA







EL VIOLINISTA




He aquí que el violinista está sentado
en una rama de mi hablar y dice que los pájaros le entienden
y en su mirada pone
un no poner mirada sino música. Acaso sabe de la nieve
el aire que respira
y acaso sabe del amor
más que el ciego Tiresias. Anda la luz buscándole
el modo a su violín y el violín deja
que le digan las sombras lo que sabe decir.
Olvido de sí mismo, aprendimiento del olvido
se llama esto aquí y ahora
que me acuerdo
quién me iba a decir que el aire es sueño
de un diamante en cuyo fuego busca el violinista
no saber sino el sueño del diamante?
Ha venido del río esta madera,
ha venido del cielo esta raíz
que bebe mi voz su atento predecirse,
ha venido del tiempo este encontrar el tiempo de decirse.
Y el violinista ignora que lo miro, más no ignora
que alguien está escuchando su perderse
en el ir encontrando el hilo de la vida.


RICARDO YÁÑEZ (México, 1948- "Si la llama").-

viernes, 20 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA







DE LA PALABRA SÓTANO


De tanto jugar con el lenguaje
olvidé cerrar la puerta de la palabra sótano
y la noche se desbarrancó escaleras abajo
entre paredes que se ajaban en silencio
y estertores de relojes
y baúles polvorientos
y un vago tumulto de pensamientos muertos.
Todo se volvió subterráneo
hasta perder sus raíces en medio de la oscuridad.
Y entonces sentí que algo se despeñaba
en la profundidad devoradora de mi boca
hasta convertirse en forma sombría,
en opresión de tierra
y en proximidad de huesos.


ARMANDO ROA VIAL (Chile, 1966- "El Apocalípsis de las palabras").-

jueves, 19 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA






LAS UTOPÍAS SON PUTAS DE MIEDO



No a las damas, amor, nos habían dicho,
cuando una noche al centro del valle,
en un sueño de perro,
se nos apareció el amor perfecto;
Calzaba sandalias rojas de plástico transparente,
toda ella iba mojada,
el pelo libre
de caer
sobre la túnica magenta que se le pegaba a las tetitas
de pera joven;
Olía a sal,
a transparencia,
a imaginación,
a hornacinas,
a trébol de cuatro hojas;
Dos aros de oro puro terminados en una perla
pequeñita
y perfecta
la perforaban por lo lóbulos;
Nosotros hicimos una cola, una larga e inacabable
cola
donde ninguno acabó nunca;
Yo le mamaba los pezones por sobre la bambula magenta
de la túnica;
Al final, la sentíamos adentro, por aquí,
en el bajo vientre, toquen,
nadando como un pez fosforescente
en una redoma demasiado pequeña para sus ganas;
Pero
nosotros sabíamos que las utopías son putas de miedo,
algo había que hacer para ahuyentarla.
No
tenemos Patria, ciudadana, le gemimos.
Somos
nadie gritando Nadie nos ataca.
Ámenme
un poquito más –susurró la puta-
hasta que acaben en mis sábanas;
Pero nosotros sabíamos que eso era un paso más hacia
la muerte,
oscura esta muerte y lenta,
la india cruel se nos iba abriendo
como fauce,
la muy magenta,
la pringosa,
fétida a sal, oro,
a transparencia,
a horno,
a trébol de cuatro ojos penetrantes, quemados:
ámenme
un poquito más gruñía,
mientras la noche no acababa,
la noche nunca acababa.


TOMÁS HARRIS (Chile, 1956- "Cipango").-

miércoles, 18 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICA






INSTRUMENTOS DE TRABAJO


Escribo con estambres indudables,
hilos veniales
de los que cuelgan hombres de sus lenguas.
Escribo con el hábito del viento
líneas oscuras
llenas de golondrinas.
Escribo con el pecho entero,
hundiéndome los lápices en las últimas muelas,
hurgándome los ojos con bolígrafos gratis.
Escribo con el más serio dedo
y a veces con los pies desportillados.
Escribo con el codo,
con la punta del semen,
con odio y con amor.
Escribo de verdad,
para aludirnos.


JOSÉ LUIS VEGA (Puerto Rico, 1948- "Signos vitales").-

martes, 17 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA






LA SILLA EN ESCAPADA


En la silla dejamos nuestras ropas
y la silla escapó.
La doncella de hilo y el herrero sin cuerpo escapaban.
El techo estalló en nubes,
las paredes se hicieron fugitivos rebaños cardinales:
humo en el norte, nieve del este, ceniza al sur,
negrura hacia el ocaso.


Buscamos nuestras ropas -la doncella, el herrero-
en los bosques metálicos donde los grillos lijan.


Un animal con voz los había visto:
él celebraba su pelo inexistente,
ella en respuesta besaba sus tatuajes.
Volvieron las paredes,
se posó el techo,
regresaba la silla,
nada de los amantes.
Fueron tela huidiza que el río se lleva,
fueron manga en el aire.


ANTONIO JOSÉ PONTE (Cuba, 1964-"Asiento en las ruinas").-

lunes, 16 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA





EL ÁNGEL AJENO




Ángel, cuando di con tu vida
yo era un hombre que venia de alguna mujer y de dos libros
que encontré en alguna cama y sin asombro
los perdí en alguna otra. Ahora soy una disculpa.
Confío que eso quiera decir algo, este momento
que no quisiera decir nada.
De cuando en cuando y de vez en revés
suelo caer a este cuaderno abierto
para escapar de la duración de una lluvia,
de un dolor
o de la duración de mi vida. ¡Pero basta!
Es demasiado mío y demasiado cursi
lamentarse a estas alturas de la noche y
en un puerto del Mediterráneo
donde sin buscar nada
encuentro que he perdido un diente.
Seguro que lo perdí el domingo
mientras te mordía el corazón en un sueño.
Sabes, hoy volví a cruzarme con el hombre
que amenaza hacer un libro con su vida. Agobiado
por tanto ejemplo, terminaré por hacer el mío
embarcado en una borrachera que aún no encuentro.
Seguramente
tendrá la duración de una línea en la palma de tu mano,
o la petrificada juventud
de una estatua
cayendo eterna
a la noche,
a mi vejez,
a la ascendente espuma de la niebla.
O mejor,
te contaría la historia de un muchacho
que se soñó James Dean
y de todo ese juego, lo único que ocurrió
fue que lo encontraran una mañana
crucificado al madero horizontal
de un treinta treinta.
Debería recordar la historia de aquel muchacho
si me tomara en serio, un poco.
Ángel,
te mentiría asquerosamente
si te prometiera que mañana continúo esto. Conozco
alguien lo suficientemente despreocupado y loco
y le he hablado tantas veces de matarme, que temo,
una de estas noches
hundiéndose en la ciudad
tomará el último metro y besando un cuchillo de cocina
como a un hijo que está a punto de morir,
me buscará el pecho
y sin perturbarme el sueño, de tan buena gente,
se cargará con el infierno que a mí me pertenece.
Pero,
no hablemos todavía de eso,
aún queda tiempo para una buena causa, mañana mismo
por medio de la página del lector
voy a ofrecerme para un fornique a beneficencia.
No estaría mal
el Coliseo romano, el Luna Park de Buenos Aires o
el prostíbulo desesperado
donde alguien me prestará su cuerpo
y con amargos empujones
agonizaré plenamente. Total,
será una carta más que se pierde, un
sueño menos en la lista, como el invierno atroz
que a Carolina de Mónaco
le envié mi corazón envuelto en un periódico
a cambio de su fotografía.
¡Dios!
Cuándo ocurrió esto que soy ahora. Cuántas veces,
en temibles hoteles, en negras bodegas
que cruzan el océano
me he visto arrancarme de la cama y
quejándome apenas
como para no mezclarme en el sueño de los otros
he llegado hasta un servicio higiénico
y al igual que cientos, miles de desgraciados
con gruesas lágrimas de miel de abeja, he comprobado
que fui feliz en el horóscopo de algún día,
en alguna parte.
Ángel, Ángel,
a esta altura del día o de la noche
ya no se quién eres.
Sólo hay un vacío
una silueta de luz
de alguien que en este instante abandonó la pieza.



IVÁN OÑATE (Ecuador, 1948- "El ángel ajeno").-

domingo, 15 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA





J. S. BACH



Todo era ruido y silencio.
Ningún sonido
que pudiera unir
las puntas rotas del universo.
Bostezaban los instrumentos
bajo el polvo de la monotonía.
Hasta que llegó Bach y dijo:
«Hágase la música».
Y renacieron vientos y cuerdas
para alegrar la luz en los ojos del agua.
Y el sonido de un piano
subió hasta el cielo
a despertar el oído casi muerto de Dios.


JOSÉ ANTONIO FUNES (Honduras, 1963- "Agua del tiempo").-

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sábado, 14 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA





DECLARACIÓN DE QUIEBRA



Me cansas, poesía, rumorosa felina,
musa musitadora, golondrina fogosa.
Pero aunque te niego, persisto en esta cosa
de creer que un incendio se apaga con bencina.
Me asomo a la ventana, descorro la cortina
y creo verme pasar: voy a cavar mi fosa
y a grabar mi epitafio (“Bajo tierra reposa
un iluso que quiso filmar en la neblina”).
Porfiada tortícolis de ser juez y ser parte,
emitiendo y tasando, como monedas duras,
acciones de mi endeble empresa de papel.
Ni poeta ni sastre: estoy harto de este arte
de enhebrar agujas en tu pieza a oscuras
y de hilvanarte fundas, serpiente cascabel.


EDUARDO LLANOS MELUSSA (Chile, 1956).-

viernes, 13 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA







EN LOS BUENOS DÍAS…


En los días buenos,
de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente
en que nos fuimos abriendo
el uno al otro
como cuevas secretas;
en esos días, amor,
mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel,
el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos.


GIOCONDA BELLI (Nicaragua, 1948).-

jueves, 12 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA






EL CADÁVER



I

Ella
abre todas las ventanas de la casa
para poder escuchar cuando menos el llanto de las calles:
Herido mortalmente por el llanto de las calles
guardo mis orejas en el bolsillo de la camisa
y así camino como un sonámbulo por los pasillos y los cuartos de la casa.


II

Yo muero dolorosamente en cada despedida
pero ella necesita tocar con sus dos manos cuanto existe
y hace maletas
y emprende largos viajes
de los que regresa cargada de rumores
de voces extranjeras
y nostalgias
que va colgando en todas las paredes
que guarda entre sus libros y
sus cofres.


III

Pienso
que tal vez
sin darme cuenta
estoy preso en uno de los cofres de la casa
que soy algo más de lo que guarda como recuerdo de sus viajes
algo que saca de cuando en cuando de su encierro
algo que mira
que acaricia como a un gato
algo que un día se perderá entre tantas cajas
entre tantos papeles
entre tantos objetos que el olvido va adoptando
entre tanto cadáver.



RAFAEL DEL CASTILLO MATAMOROS (Colombia, 1962).-

miércoles, 11 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA





CONCHA DE CAREY



Empecé coleccionando pequeñas conchas de perla
fragmentadas y hechas polvillo.
Me costó reunir los pedacitos de aire
entre ellas.
Obtuve cerca de dos piezas
llenas de conchas
azules y verdinegras
sin que nunca se repitiera
ni una forma
ni un pedacito
ni un aire
entre ellas.
Todas estaban durmiendo
una blanca vaguedad
las humedecía.


CECILIA VICUÑA (Chile, 1948- "Sabor a mí").-

POESÍA LATINOAMERICANA




PUESTA EN ESCENA



Un farol circular
y su cántaro de luz que cae al suelo.
Es de noche y los pájaros se han ido.
Todos creen que volverán.
Las hojas resbaladizas se hunden calle abajo.
Si corriera un niño, ahora,
se notaría en las baldosas sueltas de la vereda.
Adentro,
alguien está imitando el cielo:
ha cosido unas monedas de aluminio
sobre un modesto paño negro.
Tras el marco, una luz espesa
va mezclando la sombra suavemente
y nadie sabe qué es lo que se ha ido
pero todos creen que volverá.


DANIEL CALABRESE (Argentina, 1962).-

lunes, 9 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA






MATAPALOS (Ficus dentroica)




En las tierras del trópico, cuando los vientos
del norte se prolongan sobre el sediento collado,
las semillas del matapalo escogen una víctima,
un árbol muy alto o una palma de abanico.
El parásito se desarrolla con velocidad pasmosa,
sus ramas seductoras rodean el desprevenido tronco,
sus caricias asesinas y susurros lo adormecen,
penetran y absorben la gota más breve de su savia.
En cuanto la madeja alevosa ha cubierto
la piel arrugada del árbol, la desgracia es inevitable.
La podredumbre progresa, la asfixia se establece
y los restos del gigante, envejecidos, se desploman.
Así, el bochorno y la humedad han avanzado por mis huesos.
Nadie escapa al rigor de estas tierras del trópico.


ALEJANDRO OLIVEROS (Venezuela, 1948).-

POESÍA LATINOAMERICANA






EN LA ANARQUÍA DEL SILENCIO TODO POEMA ES MILITANTE




El reloj
que después de las cuatro me enloquece
dice que te acercas
con la alegría de una noche en primavera:
sólo tu boca es tan roja
como las banderas que luchan contra el viento.
Sólo tu piel tiene la luz
para los ángeles ciegos de mis manos.
Oh, camarada mía,
cuando haga saltar uno a uno
los botones de tu blusa
comenzaré por hacerte confidencias:
yo milito en la Liga de tus Medias
y más que discursos mi praxis será incendio
que arranque la raíz de la costumbre.
No hay capitulación:
sólo ocupar tu dermis al milímetro,
chocar las molotov de nuestras bocas,
brindar en honor del viejo Hegel
y al tocarte los pechos confirmar
la irrevocable ley de los contrarios.


VICENTE QUIRARTE (México, 1954).-

domingo, 8 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA





Se terminó el papel higiénico
y el excusado está tapado
con pedazos de papel de diario.
Se desvanecerá el jabón
con la próxima lavada de manos.
La peineta perdió otro diente.
La trizadura del espejo es otra arruga.
No queda ropa limpia.
Hay pañales sucios en la tina.
Se le cayó el último botón
que le quedaba a la camisa.
En la superficie de la mesa,
impresiones de pequeñas manos,
baberos, platos sucios
con migajas y raspas de pescados.
Vasos con secas borras moradas.
En la frutera vacía dormita,
ovillado el gato.
El auto viejo estacionado afuera
no arranca desde hace meses o años.
Inmóvil descansa con sus ejes,
sobre pilas de piedras y ladrillos.
Le robaron los neumáticos, los focos
y cada día lo despojan de nuevas piezas
como un gran insecto muerto
que devoran invisibles hormigas.
El jardín está exuberante, lozano.
Invadido de malezas que asfixian las plantas.
La manguera serpeante es invisible.
Se escapó de su jaula el canario.
Y el pez de color se ahogó
y quedó flotando panza arriba
en el agua turbia de su redoma.
El perro royó su soga
y se marchó a la siga de una perra.
El lechero ya no trae leche a la casa,
ni el suplementero reparte periódicos.
El cartero trae sólo cuentas impagas.
Sobres con ventanas que nadie abre.
Los acreedores golpean largamente,
pero nadie abre, nadie responde.
El basurero pasa dos veces por semana,
pero lo hace demasiado temprano.
En el patio los tarros desbordantes,
hieden.
El televisor encendido sin sonido
arroja movedizas sombras
sobre el suelo entalcado
por el yeso que llueve del cielorraso.
Un niño en un corral de palo,
entre juguetes se desgañita llorando,
hambriento y mojado,
la húmeda boca abierta,
los ojos vidriosos de lágrimas,
mirando
cómo la bestia de las dos espaldas
gruñendo convulsa se revuelca
intentando devorarse a sí misma.


GONZALO MILLÁN (Chile, 1947).-

POESÍA LATINOAMERICANA





CANTATA PROFANA


Hay un aljibe que canta.
Hay un aljibe que recibe
cantando a sus visitas.
Ondas
de agua clara.
Ondas
como felices de ser
y de ofrendar.
Hay un aljibe que canta
con voces como de lluvia fresca.
Hay un aljibe alrededor
del cual
los ángeles hacen ronda
y se celebran.
Hay un aljibe como una morada,
como una
cámara
nupcial.
Hay un aljibe al que se acercan
los justos a beber,
y al que en las noches oscuras
se acercan
los tristes a hurtadillas
(por eso esperan).
Ondas como ungüento derramado.
Trinos,
ángeles pájaros.
De filigrana de luna la herrería.
¿Qué manos se entreveran?,
¿qué dedos
como blancos narcisos
juegan a confundirse?
(Alguien
finge que se oculta).
Ondas del mar de la tierra amada,
tierra dejada y deseada.
Estrella.
Orión.
Cruz
de plata señalada.
Sur guardado
en el mullido cofre del alma.
Hay un sur.
Hay un mar.
Hay un aljibe que canta.



MERCEDES ROFFE (Argentina, 1954- "La ópera fantasma").-




sábado, 7 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA






EN EL CAFÉ DEL MUNDO



Por la mañana,
cuando un sol de páramo merodea la ciudad,
las meseras del café
limpian las sobras de una conversación
y las manchas que dejan en el piso
las voces nocturnas.
A alguien debió caersele en el baño
la palabra amor,
pues no se soporta el olor a flor marchita
que invade sus muros.
Limpien, limpien las palabras regadas en el mantel
o esparcidas como cigarros apagados
en los rincones. Sólo son pavesas de voces,
cenizas del verbo, frutas disecadas.
Las meseras espantan a las moscas con un diario:
las palabras no son hadas caídas de labios del fabulador,
ni cadáveres en fuga hacia el vacío,
pero las moscas se frotan las patas
frente a sus melancólicos residuos.
Tal vez al borde del vaso con restos de cerveza
la palabra país se haga recuerdo
pues hay algo de tela de araña, de ruina de tiempo,
de un mestizaje de sueño y pesadumbre
en torno de la mesa.
Aún están las sillas con las patas arriba
como carrileras o pirámides o torres
de una Babel silenciosa
y las meseras se aprestan a barrer un otoño de voces.
Palabras que fueron mordidas con pasión
o arrojadas por la espalda,
palabras titubeantes en labios del herido
o untadas de una tenaz melancolía,
mariposas derribadas en su vuelo.
Las meseras ignoran que limpian y barren las palabras,
que algunas recorrieron el mundo, muelles y hangares,
para venir a morir bajo una mesa.
La palabra libertad que agitó su bandera de harapos
se deshace entre los restos de la noche
y no es fácil remendarla con agujas de lluvia.
Ni perros ni gatos husmean los escombros
donde se acumulan los sinónimos del hombre.
Hasta la palabra miedo
ha mudado de piel y ya no tiembla.
Ah, diligentes meseras que ponen orden a los objetos
aunque nadie los nombre. Yo las veo
recogiendo pedazos de la palabra cristal,
entre enceguecidos Narcisos
que fingen no verse en aguas pantanosas.
La palabra muerte no quiere deshacerse,
se resiste a morir en el café de la noche.
Las pulcras meseras recogen,
entre papeles arrugados y sombras y cabellos y fantasmas,
las sílabas del día, sus inciertas potestades.
Limpien, limpien llanuras, suburbios, subterráneos,
glaciares y jardines y patios y collares,
el eco del silencio que atraviesa la noche.


JUAN MANUEL ROCA (Colombia, 1946- "Los cinco entierros de Pessoa").-

viernes, 6 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA






A DÓNDE VAN LAS TIERRAS...



A dónde van las tierras,
a dónde las casas largas,
a dónde todo este recuerdo.
Esta pared resguardo de muebles,
la alfombra,
los árboles enfermos por la tiña,
la taza siempre de tu café.
Los libros que a veces te descubro.
A dónde la lluvia que nos hizo hablar de la tierra.
¿A dónde se ha ido todo?



MARÍA ANTONIETA FLORES (Venezuela, 1960- "Presencia y ausencias").-

jueves, 5 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA







LAGOS CONGELADOS




Bajo un cielo de hielo nada la poesía
eterna en su escondite como si no existiera.
Recibe los temblores de un tragaluz herido
y sube deslumbrada por el ojo del mundo.
La hipnotizan preguntas de acero, diminutos
arpones que se entierran buceando en las palabras.
Cogen su boca de asombro y se agita el poema
como una trucha recién pescada en la memoria.



JORGE MONTEALEGRE (Chile, 1954- "Exilios").-

POESÍA LATINOAMERICANA












SALIR HUYENDO




Yo hablo en nombre de los sobrevivientes,
los que un día
nos jugamos el todo por nada,
el corazón por nada.
La ética por nada.
Los que estuvimos tan solos
que ni la propia sombra nos seguía,
los que arribamos a la vida
con la piel provisoria
y nunca conseguimos el recambio.
Los que fuimos condenados a alimentar con carne
el vacío insoportable del amor,
los que aspiramos a un tránsito liviano
y cargamos mil kilos de plomo en la memoria.
Los que una vez soñamos
con la victoria de los justos
y todavía reclamamos sus cuerpos;
los que salimos a morir tácitamente
los que salimos a vivir tácitamente
los que saldamos viejas deudas
con un dolor tardío
y una triste ligereza de espíritu.
Los que sangramos siempre por la misma herida
y padecemos de una adicción indecorosa
a las salidas de emergencia.


LAURA YASÁN (Argentina, 1960-"Loba negra").-




martes, 3 de mayo de 2016

POESÍA LATINOAMERICANA







LENGUA MATERNA




La mirada sueña su ser sin ser cierto.
Nada imprescindible es inversamente
proporcional: el uso sacia lo silvestre,
el empolvado a la par de la apariencia.
Hace un rato, y en el país aún paisaje.
Las palabras preguntan por las cosas
en lo que no podrían responder, ¿y si
lo son? Abruma un deslumbramiento,
y dentro de la casa casi una situación;
la casa, ese espejo para pecar después.
Todo lo nuevo tendrá redor de urracas,
librada membrana adonde despertarse.
Corre a sus ansias una visión valiente:
el río sagrado en lugar de los hogares,
la velocidad del oro en aras del viento.
Entre tanto el árbol del tabú osó pasar
azares por las montañas nunca únicas,
pasó el pulso del papiro a la memoria
al morir la hora entre la ausencia y un
espesor infinito: algo todavía por ipar
y pare al alba el hábitat la sílfide feliz.
Raspa por el paisaje lo que no es poca
cosa y la costumbre de obrar en breve.
Ya el tiempo o regresa la idea a su lid,
regla grave para agregar a los agüeros.
Dentro del austro otro estruendo traerá.
Entre aún y ya pasaron varias semanas,
queda para el domingo lo interminable,
la forma cuyo perfume fue el resultado.
Y azores a su rezo cuando pueden más.
Todo plan será mientras el aura ocurra,
rápido rasgando la suerte de herraduras
cuando a ras la siembra reciente roza al
sauce en los cielos pero sin nunca serlo:
nada simple es similar a la próxima vez.
¿O ha de ser el infinito, puro fin, de qué
y qué ha sido del silencio al asomar ahí?
Tilos, hielo, años de ñandubay como va
único el corazón del agua al darles caza.
Va por tal porvenir el dorado anuro, va
la paja al pico en su pájaro, gira airado,
a lo invencible viaja antes de saber esto.
Cimas, alma para no dejar de parecerse,
tanto está donde debería, que ya lo está.
Mundo de madréporas, de mirar encima
la misma similitud de lirio al huir vacío.
Son sus árboles, su felicidad de adelfos
contra la forma que en el fondo viajara,
árboles a variar con la voluntad del aire.
Por iguales que altos sean, los sequoias
contarán la nunca encontrada eternidad,
duración entre las hiedras al distraerlas
si para serlo pierden la herencia sideral.
Altura callada, hada del más dócil nido:
su horario al azorar será igual que antes.
Allí la viscosidad con tal labor de labios
volviendo avizorados al bezo van a dar.
Lingua, ingles, enarque de tener dinero
siempre y cuando en el precio aprenda.
Es por eso de pagarle a la belleza lares.
Pero no todo embellecimiento hablará
de lo oblicuo en la arboleda: el bosque
bañado de vencejos, da el visto bueno;
está el luna para que luego la explique.
En la gema del ojo grazna lo agrietado.
Dentro, lo que no es nada, deja de ser.


EDUARDO ESPINA (Uruguay, 1954).-