DISPERSIONES

DISPERSIONES

domingo, 10 de abril de 2011

X Por el lodazal voy dejando mi huella, (aunque no es huella, es lamento) que esgrime en el silencio inerte de un oropel terruño la canción pausada de la mañana. Necesito, en un acceso de convulsiones que idolatran el momento de sentarme en tu sombra, un bostezo blanquecino plagado de horas sin siesta; o el cúmulo de babas sobre mi pecho, o el adiós definitivo del mirlo sumido en el apogeo de la aventura. No necesito siquiera verte: me basta reconocerte, como una huella, en el desmesurado encuentro de mil olores. Del poemario La agonía de la pavesa, de Juanjo Cuenca.-
IX No albergué conciencia de tan desesperado intento: ese sombrero de paja, la hoz mezquina, rostros oscuros y quemados aguardando con el pitillo en los labios. La falda plisada de aquella mujer enjuta, donde se imaginan debajo pantalones y albarcas trenzadas; el calor, el color, el aire en un asfixio, el gorrión que levanta el vuelo, la broza que es cama. No albergué conciencia, ni me dolieron tanto los ojos como cuando te busqué y te hallé desnuda, Vega. Del poemario La agonía de la pavesa, de Juanjo Cuenca.-
VIII Hombres que son agua parpadean concentrados en azotar la caña. Mientras, el botijo supura perlas frías que caen sumisas, horadando la tierra. Del poemario "La agonía de la pavesa", de Juanjo Cuenca.-