DISPERSIONES

DISPERSIONES

domingo, 10 de abril de 2011

IX No albergué conciencia de tan desesperado intento: ese sombrero de paja, la hoz mezquina, rostros oscuros y quemados aguardando con el pitillo en los labios. La falda plisada de aquella mujer enjuta, donde se imaginan debajo pantalones y albarcas trenzadas; el calor, el color, el aire en un asfixio, el gorrión que levanta el vuelo, la broza que es cama. No albergué conciencia, ni me dolieron tanto los ojos como cuando te busqué y te hallé desnuda, Vega. Del poemario La agonía de la pavesa, de Juanjo Cuenca.-

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