DISPERSIONES

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domingo, 7 de febrero de 2016

CICLO POESÍA DE TERROR







Los poemas del dolor suelen estar asociados a dos cuestiones: el amor y la tristeza. Entre ambos existe toda una trama de sutiles variaciones que van desde la poesía mitológica hasta la poética de la muerte. Ahora bien, aunque muchos escritores se han inspirado en la soledad, no son tantos los que han encontrado un vehículo tan maravilloso como Ernest Dowson. Es común que encontremos que la soledad es descrita por algún amante abandonado, o por alguna dama que aguarda la llegada del amor. Pero la soledad, la verdadera soledad, yace sólo en el aislamiento. 
El poema de hoy nos hablará sobre un aislamiento doblemente infame: el de alguien que vive encerrado en un hospicio, alejado del mundo no sólo por muros y rejas, sino por la incomprensión, por un alejamiento brutal de todas las convenciones.
La imagen de este espíritu desdichado, contemplando la luna y las estrellas a través de los barrotes, aferrado a un manojo de hierbas secas con la seguridad de que se tratan de radiantes rosas es, sin lugar a dudas, uno de los ejemplos más acabados de la poética de la soledad.



PARA ALGUIEN EN EL MANICOMIO/TO ONE IN BEDLAM



Con delicadas, dementes manos, detrás de las sórdidas barras,
él sostiene sus flores, manojo apretado en densas lágrimas;
aquellos marchitos ramos de paja, marcan miserablemente
su espacio, universo enjaulado, donde contempla al mundo indolente.
Pedante y lastimoso. ¡Ah, como luchan su arrebatadora mirada
contra la indiferencia! ¿Saben ellos de los sueños divinos que lo agitan,
riendo como en un sueño encantado por el vino,
mezclando en una quimera su melancolía con las estrellas?
¡Oh, Hermano desdichado! Sí, de tí sienten lástima.
¿No he cedido con alegría a la promesa de tus ojos,
Reino de los tontos, lejos de los hombres que siembran y cosechan
la vanidad de sus días? Mejor que las flores mortales
son tus pequeñas rosas lunares: Mejores que el amor o el sueño,
las estrellas han coronado con olvido la soledad de tus horas.


ERNEST CHRISTOPHER DOWSON (1867-1900).-

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