Hay cieno semejante a una algarabía
de ecos callados
que transitan una calle poblada
de inquietud.
Hay nostalgia,
oscura como una silueta
que escucha detrás de cualquier esquina;
(la torre se vuelve fría, muy pequeña)
y su sombra no me cobija.
Pronto se desvanece a quemarropa
tu silueta lisa, tu pecho mudo
que resopla (otrora más tenue)
que la hoja que cae.
Miento si te digo que no escupo
a través de la puerta
que se abre a golpe de gozne;
atroz resulta mi madera muerta,
y rasgada, mi carne sin dueño.
Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
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