Me parece igual a los dioses ese
hombre que ahora está frente a ti sentado,
y tu dulce voz a tu lado escucha
mientras hablas
y tu amable risa; lo cual, te juro,
en mi pecho el alma saltar ha hecho:
pues te miro apenas y mis palabras
ya no me salen,
se me queda rota la lengua y, suave,
por la piel un fuego me corre al punto,
por mis ojos ya nada veo, y oigo
sólo un zumbido,
me destila un frío sudor, y entera
un temblor me apresa, y cual la paja
amarilla estoy, y mi muerte siento
poco alejada.
Pero todo habrá que sufrirlo, incluso...
SAFO ("Poemas y fragmentos").-
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