GRAJOS NEGROS
Intrépidos grajos negros se ciernen
sobre las rocas dejando un abuso de plumas
que dan fe de tu existencia;
te escondes -cual náufrago que pernocta
con el único alivio del valor de otro-
y piensas en saborear un sorbo de luna.
En la arena bajo los acantilados
las sombras fluyen,
el miedo se encabrita apuñalando riscos
de piedra suelta y musgo
y se hunden profundas las espinas
en la carne.
Astuto te cobijas. Tatuado con heridas tribales
en brazos y pecho
quizás desconozcas que el principio
ni es lo más duro ni lo más lento.
Auroras frías se grabarán en las pieles
de ébano
desgastando fuerzas y ganas,
mientras el agua ruge, muy abajo,
con la canción exigua de los proscritos.
Juanjo Cuenca ("Hijos de nadie").-
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