Sí,  esta grieta se ha ido haciendo más nítida,
baluarte que no es consciente todavía
porque la estoy huyendo siempre,
porque la estoy huyendo siempre como la huyo después
dentro de mí mismo...
y como tiemblo,
y como descubro e hilvano inconsistencias,
y como descubro que el miedo fue vegetando entre
                    la voz que yace tras tu espejo;
y como recuerdo,
y como voy amaneciendo torpemente,
y como voy en este pasillo renegando de esta grieta que
                    se apodera de todo el miedo,
que se despereza alquitranando muchachas y campanarios,
que se despereza tierna
susurrándome:

                                                            Vigila el otoño y sus simplezas

y como muero
poco a poco antes de cerrar tras de mí esta puerta:
he renacido,
he dejado el lastre que se paseaba en la lengua mordaz
                    en donde me abrigaba,
y al renacer,
se ha ido alejando el aliento,
se ha ido emergiendo de nuevo a través de la tarde
lo mismo que un jardín pausado
-dormido en su apogeo, dormido en su silencio-
se vislumbra temprano,
se crece y se mece entre sus hojas,
se enviuda de besos y quehaceres.


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Del poemario "La mirada fingida", de Juanjo Cuenca.-