DISPERSIONES
viernes, 22 de noviembre de 2013
Tengo solo una sombra -una sombra triste pegada a mi
cuerpo-
y bajo la sombra escondo un puñado de imágenes sin
dueño,
las imágenes que me acompañaron y se fueron haciendo agua.
No tengo otra cosa digna;
desde que soy yo he viajado sólo
-como espero morir sólo-,
no llevo equipaje siquiera de agua y ahora las imágenes
no se me detienen,
no se continúan
y gritan;
y como buenas imágenes discurren en silencio,
y como las buenas imágenes me ofrecen una isla,
me abandono por un rato, me abandono ágil,
me abandono como si me dispusiera a perseguirte
antes de que cruces la puerta,
la misma puerta de mi alcoba,
para secarme la lengua, para no decir nunca que
me haces falta para respirar un poco,
y navego,
y navego y me hago a un lado para que pase esta sombra,
y me hago a un lado, hacia esta esquina que
es de agua,
y me hago ínfimo: pequeño e iluso.
Siempre tendré una sombra sola.
A veces, cuando te tenía, encontraba en ti un calor
que me ruborizaba,
las manos volaban sobre las manos como un Universo
de alas tardías...
y a veces,
discurría solícito a tu lado, sólo por acompañarte, sólo
por acompañarme, andando un poco más deprisa,
como el gato sin dueño sobre el tejado maúlla su pena
sobre el desconcierto de un callejón a oscuras;
a veces, y como siempre, debiste prestarme más atención
y cruzar una mirada, mirándome
como el que mira a un suicida, con ojos de agua, con
destellos que me obligaran a guardar silencio
hasta que me preguntabas etérea y circunstancial,
como un regalo bien envuelto el día de Reyes,
si había hecho los ejercicios de matemáticas
o te había traído una flor esta mañana,
y los ojos fijos en el suelo,
pululando charcos y envoltorios de chicle sobre
las aceras,
distantes,
unos ojos de agua...
.........////.........
Del poemario "La mirada fingida", de Juanjo Cuenca.-
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