III
Mece el aire tus brazos que claman
agua limpia que desborda la acequia
(siglo tras siglo el camino horadado)
donde ayer fuiste semilla
y hoy pugnas en el recuerdo.
Ayer fingía tu extraño roce
de broza enredando pies y manos:
tierra, piedra, agua,
agua furtiva que puebla barranqueras
y vive en el rincón más absoluto
del triste trino de la tarde.
Manto verde.
Campo negro, marrón ojerizo.
Y el destello de una gota, sublime,
a horcajadas sobre la pereza.
Del poemario La agonía de la pavesa, de Juanjo Cuenca.-
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