DISPERSIONES

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jueves, 17 de noviembre de 2016

MIGUEL DÍAZ SABIO















MANTO VERDE SIN ESPERANZA



Voy a llorar, madre, si a la vega no me llevas.
Quisiera que fuéramos juntos los dos, para pasear
por sus callejuelas de caña y
jugaremos al escondite en este mar verde y cuando
tú me encuentres caeremos
riendo sobre sus olas cortantes.
Nos sumergiremos más y más profundo y descubriremos a
sus habitantes, cantaremos
con las ranas, grillos y culebras, los pájaros jugarán
al trabalenguas con nosotros
y ya cansados dormiremos una siesta en el frescor
de las altas cañas verdes.
Nos despertarán las abubillas y las garzas perdiéndonos en
el laberinto hermoso de
la vega y al salir madre nos despediremos de todos
cantando la canción que nos
gusta, para volver mañana.
Y la noche cae sobre el manto verde y cogidos de la mano
volvemos a casa
cansados pero felices.
Dormiré toda la noche soñando con el paraíso encontrado,
mis amigos y yo
seremos los exploradores en este sueño.
Vigías y guardas, protectores de sus habitantes
defenderemos su mar y la manta que los tapa.
Madre llévame a la vega, que el día no ha salido y
beberemos rocío con ellos.
He tenido un sueño madre que me espanta, he visto
una vega que no la reconozco al mirarla.
¿Dónde están sus olas verdes meciéndose en el mes de 
Febrero?
¿Dónde guarda su abrigo de broza y cama de mi Lucero?
Por qué mi calle ya no huele a melaza por las mañanas?
Ya no me despierta la sirena de la fábrica ¿dónde fue
su inconfundible llamada?
¿Dónde fueron aquellos hombres, mujeres y niños con
remiendos de pana, espalda
doblada y manos cortadas por las hojas de la caña?
¿Qué ha sido de aquellas reatas de burros negros azabache
y blancos de nácar?
¿Qué queda de ese manto verde sin esperanza?
¿Dónde está la memoria a esa madre que nos dio de 
comer y nos endulzaba los
chupes en cunas desvencijadas?
¡Cómo hemos podido olvidarnos de tanta gente que dio
a la vega su propia alma!
¿Dónde está la alegría de este pueblo cuando celebraba
el fin de la zafra? ¡dónde!
No me despierte hoy madre, pues no veo ese mar verde 
esperanza.
¿Dónde fue mi infancia?
Escribo este pensamiento entre líneas amargas, en esta
hoja de bagazo y caña. Para
que aremos más surcos y labremos más vegas con esperanza,
recuperemos la memoria
de tantos,
que dieron su sudor plantando la primera caña.



MIGUEL DÍAZ SABIO.-

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