Reconozco que he vuelto
tratando de buscar el modo
de conciliar lo dicho con lo hecho,
reconozco el retorno en el dolor,
igual que este lugar, el desmayarse
de sus montes, el mar cobalto huyendo
hacia un cielo y queriendo ser clemente
conmigo, con mi forma
de aceptar lo que estuvo sin cesar regresando:
hay un olor a ciénaga en la noche,
a frescura malsana, a verano marchito
pudriéndose en las cañas,
hay una luz antigua venida con las olas
que arrastran los guijarros en su estruendo
ungidos y brillantes, la rompiente
donde ser niño fue sentir el áspero
y hospitalario tacto de tus manos,
manos que apenas reconozco ahora
al oficio del hombre ajenas, fuera
de lo hecho y de lo dicho.
Me reconozco ausente en tu desmayo,
terriblemente solo.
JUAN JOSÉ CASTRO ("La habitación cerrada").-
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