SEPTIEMBRE
Ha caído la noche muda,
con el silencio escalando muslos y tapias,
con la oscuridad brava de las venas rotas,
esparciendo sensaciones ambiguas
de soledad y de musgo
que tapiza los adoquines que perecen húmedos.
Las hojas arrastran sus cuerpos ocres, frágiles,
sus vidas truncadas, las miserias
volteando en los caminos de madrugadas viejas
entre luces que dan ráfagas de lluvia.
El rencor atropella espumas huidas en el aire
o redime de pecados inciertos con la tenacidad
que nunca nos avivará el paso.
Anochece. Anochece deprisa y con celo.
La palidez que nos acompaña se enfría
como un corazón roto.
Se nos va el tiempo a golpe de hojas.
Una inquieta certeza se nos anuda
en la garganta, en las ramas bajas
donde los niños hacen columpios de arena
en las mañanas de verano.
Hay oscuridad.
Siempre la oscuridad reina en el tren del miedo,
sobre la farola apagada de todas las plazas.
Escondo mi sonrisa en la cima de las azoteas
como un pájaro perplejo y cansado
sorprendido por la lluvia pertinaz
de una noche de septiembre.
Juanjo Cuenca ("Hijos de nadie").-
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