VUELAPLUMA
Tras fugaces destellos
aparecen ojos rígidos y perdidos
en el desaliento.
Pesan las manos y la sal
es una capa mortecina
que araña la piel.
El viento, levanta rizos de espuma
blanca
que se estrellan en la quilla
para luego alejarse en ínfimas gotas
de desconcierto
deslizándose hacia el horizonte.
Yahuad mira aterido cómo se mecen las olas
bajo las tablas
y el tapiz oscuro de la noche interminable
punteado de estrellas.
El alba está cerca.
Tan cerca que se siente el frío en la nuca y en el alma.
Juanjo Cuenca ("Hijos de nadie").-
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