TAMIMUNT CANTA UN ADIÓS
En el apocalíptico espejo que balbucea
aguas traidoras,
finge ser una gaviota hermosa
que lleva el aire manso en las plumas
y una canción triste prendida en el pecho.
La piel es aceituna como la tarde
y la voz se solapa recorriendo quejumbrosa
madera y anclajes.
Tamimunt se esconde bajo el pañuelo
de pequeñas florecillas blancas, mientras
la mirada se torna velo que ha de tapar
toda la miseria y la vergüenza.
Traerás la promesa en las manos
marcadas por una algarabía sinuosa en henna.
Y tu voz será un grito pidiendo paso
y libertad.
Juanjo Cuenca ("Hijos de nadie").-
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