APARICIÓN
La luna se velaba. Serafines llorosos
con el arco en los dedos, adolorida el alma,
pensaban en la calma
de las dormidas flores de tallos vaporosos.
Y heridas por sus manos las moribundas violas
rompían en sollozos de un albor invisible
que rozaban, rozaban el azul apacible
de las tibias corolas.
¡Era el día bendito de tu beso primero!.
La febril fantasía que las almas consume,
por herirme, a sabiendas se embriagó del perfume
de tristeza que lanza
la cosecha de un sueño sobre el ser que lo alcanza.
Mientras miraba al suelo con mirar abstraído,
en la calle, en la tarde, te me has aparecido
como un hada riente
como el hada risueña de mis tiempos mejores,
como el hada riente que de blancos fulgores
coronada la frente, pasaba ante mis ojos,
pasaba ante mis ojos turbados dulcemente,
dejando que sus manos regasen mal cerradas,
nevados ramilletes de estrellas perfumadas.
Stéphane Mallarmé ("Antología").-
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