DISPERSIONES

DISPERSIONES

sábado, 30 de noviembre de 2013



Sí, otra vez me alejo, o vuelvo, sobre estos pasos
                    mudos de deseo,
mudos hasta este instante, y es una vuelta fingida,
es un corazón fingido también,
es una flor marchita de payaso que me moja
                     en el pecho,
que ha anidado en mi pecho y enraíza débilmente
bajo mi camisa recién planchada y húmeda
                      desde esta tarde
inconsciente...
sigue el viento
y yo pienso
que ya venía mojado antes de ahora porque en mí mismo soy
                      agua
resplandeciente mojando las baldosas,
mientras sigue venteando,
mientras sigue venteando en el pasillo

                                                            Sí, es más fácil el olvido

y yo he huido sollozando,
y yo he huido, tranquilo, con toda la prisa del mundo,
para abandonarme a ese momento tibio donde sólo
                    cabía ella.

Y vi que con el paso de los años,
de todos los años que aún no han venido, que no
                    nos han vomitado,
te sentía más viva sobre mis manos,
más trémula ante las caricias insistentes un
                    poco vencidas ya,
las caricias que revoloteaban meciéndose húmedas
en el nacimiento de tu espalda de camino alborotado.
No me dejó saciar. No me llegó a saciar.
Bastaba rozarla
con el miedo de ser siempre la primera vez,
con el miedo cayéndole lánguidamene sobre
                    el alma,
blanca, aquietada, sumisa,
sobre el alma donde se escondía una noche
de celo antiguo y cegador,
una noche que me recordaba
-que yo he recordado desde entonces y para siempre
                    como un instinto-
que yo recordaba antes
como si fuera un lienzo que buscara reflejarte inmóvil
                    depués de unas tenues pinceladas,
que te abrazaba para morir, y dibujándola,
paseé exhausto para encontrarla sumergida,
para saciarla de luces, hueco a hueco,
para vararme en una de sus esquinas,
para volarnos sobre una grieta de tela,
sobre una tela hecha de pieles
y que más tarde, de pronto, nos envolvía en extraños drapeados,
y otra vez y otra,
y vi que la noche era inmensa y nuestra
sinceramente,
comenzando a expandirse,
comenzando a arañar aquella alma voluble
que mojaba y mojaba mi mejilla.


                                                         ............//////.............




Del poemario "La mirada fingida", de Juanjo Cuenca.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario