DISPERSIONES

domingo, 9 de junio de 2013
VIDA
Sé tú misma, no me obligues
a levantarte de la nada.
Deléitate asombrada y vaticina, idiota,
la aurora que anida en la pérgola:
que no halla en el tiempo celosía,
que malvive.
Sé por una vez una pluma,
elévate por encima de la torpe desidia
de aquel primigenio, último locuaz universo,
el parpadeo en tu ira
de ligereza flaca en el murmullo.
Despréndete de la piel.
Sé una lluvia pertinaz
en unos muslos que se abren para atraerte
con la crecida de la Tramontana,
rodéate de densa polvareda,
abortado el cauce de niña buena.
Sé ególatra en veredas tiernas que rezuman guijarros.
Y mátame sobria,
ahonda firme y decidida
en la herida
que huye como reguero,
taladra la belleza de la mañana
amanecida, sin fondo;
pero no doblegues sin irte primero
la elocuente misa de los domingos,
la promesa como una daga,
píntame el color
tristemente, vida.
Del poemario "Lluvia en los zapatos", de Juanjo Cuenca.-
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