PERDIDA EN OZ
Te he buscado siempre.
Te he intuido, a veces, detrás
de cualquier resquicio cálido
y portentosas luces divinas.
Te he buscado en el trino,
en la agorera tarde de abril
que muere entre mis yemas
ralas;
te he deseado como el aliento
de un día mediocre y desaliñado.
Ya estás, por fin, aquí:
que no rompa este instante nada...
ni la sombra dantesca, ni la lluvia,
ni siquiera el libidinoso canto del abejaruco.
Del poemario "Lluvia en los zapatos", de Juanjo Cuenca.-
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