DISPERSIONES

DISPERSIONES

miércoles, 4 de julio de 2012

El mísero ungüento de los atardeceres
busque en un limo oscuro cuando sea
tu despedida.
Imaginar como enmudecer la vida
tras ese pecho
vuelto a dentelladas de cangrejo cojo,
donde el bosque deja de ser viento
que relames en tu tronco:
era su ombligo largo caño que bebías
ahogando tu nariz en destellos
que renegaste.
Huye de esa luz que pronto te invade,
no te doblegues tras vasos de leche tibia
ni bajo latidos toscos de óxido
y sarcasmo;
este liviano pudor
donde me acicalo barrunta la extrañeza
de tu garganta miserable.
También el labio es un promontorio,
uvas rojas derramadas en terraplenes
de basilisco como el tiempo
que atrapa la duda carcomida de tus besos
y raudo esquiva o entorpece buscando una
esquina
donde sea día sin ventanas.
Aprieta y reduce esta espalda dolorida:
el halo de tu ceja ha sido pobre y deslucido
y no dejas que en ese valle habite jamás
aquel llanto joven y sus corsarios.
Aprieta y huye.
No queda otro límite que el rencor de tu
sangre.

Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-

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