Absorbes las noches que te quedan
porque niegas que en ellas amaste,
endulzas el agobio de canalla entristecido
por matices y lugares
que arañan tu vientre
de carpa que nada sin aspavientos
que ni olvidas y presentas
con los sueños del poniente:
aquel silbido de éter
mancillando el verdor jactancioso de la uña.
Junto a lo que hiciste fracasan
una arboleda impetuosa de palabras bruscas
y hombres de tardes en el fútbol,
el velo paciente del socavón tan leve
y el gancho afilado del deseo:
vuelven raudos estos pájaros de pluma tosca.
Tu mente aún persiste en la habitación de tus
entrañas,
sombra del hierro prieto
que forja su olvido en tu discordia.
Y no te alejas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario