VACÍO
Abrió la puerta
y sus ojos se alargaron
para tocarla al fondo.
Estaba tumbada en silencio
junto al árbol de navidad.
Ni siquiera probaron el pavo
y el champán se calentaba en la mesa.
Ignoraban como regresar
para mantener las cosas juntas.
A través de la ventana
la sorprendió
cargando el equipaje en el coche.
Lo hacía por nada,
pero se llevaba
el olor a violeta de las paredes.
Y aunque nunca más
volvería a encontrarla
en su mirada,
por primera vez en años
se sintió vivo,
salvado.
NACHO ARIAS DÍAZ ("Los nombres del vacío").-
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