VÍCTOR DOMINGO SILVA
LA GRINGUITA (fragmento)
¡Güeno que era relinda la gringuita,
la hija mayor de mi patrón don Otto!
Hilada de nombre, y por cariño Lita.
¡Rubiecita, señor, y más bonita!...
¡Entuavía recuerdo el alboroto
que producía en la galláa e la hacienda
verla pasar, encabritando el pingo,
una mano en la huasca, otra en la rienda,
chaqueta larga y pantalón de gringo!
Era más de a caballo
que cualquiera e nosotros, y en la vara
ni el más pintao le paraba gallo.
¡Y cuidao con que alguien le faltara!
Una ocasión, por no sé diablura,
a un patre santiaguino
se le fue al bulto, y sin perder el tino,
lo sacó limpiecito'e la montura.
Toititos la queríamos, ¡por ésta!
Más de menos la echábamos que el vino
en los días de fiesta.
Sonaba la vigüela
y el acordeón. Y al tiro, una toná y otra,
de esas del tiempo de mi agüela,
con más malicia que una limonáa,
y con más sal y ajo que una cazuela;
y venía la ronda
de copas, en honor de la Gringuita,
que era pa lo que es trago
como tiráa con honda.
(¿Por qué extrañarse? Ella era señorita
y seguía las moas de Santiago).
¡Después, quién dijo mieo!
Que venga una deca y otro medio deca...
Es una gallina el que se l'entra el habla...
Y al compás del punteao y del rajeo
sacaba a relucir la zamacueca
sus remolinos de chiquilla diabla,
y sacarse los guantes,
y apretarse la cinebra,
y alzarse pa arriba los tirantes,
¡porque aquí viene la de pata en quinebra!
VÍCTOR DOMINGO SILVA (1882-1960).-
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