JULIO HERRERA Y REISSIG
MAYO
Vibra en el aire de metal sonoro
el desmayado adiós de un postrer beso,
y el sol fallece como un ígneo Creso
en el misterio de su drama de oro.
Su violón monocorde muge un toro
pregonando su místico regreso,
y hay en sus ojos un dolor carmeso
humedecido por extraño lloro.
Entre el síncope mustio de las hojas,
obnubilada por pasiones rojas,
sueña un crimen la excéntrica laguna.
Y como si deseara que la arroben,
en sus tisis, románticas, la luna
escribe una sonata de Beethoven.
JULIO HERRERA Y REISSIG (1875-1910).-
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