DISPERSIONES

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martes, 11 de octubre de 2016

WALT WHITMAN








ÉRASE UN NIÑO QUE SE LANZABA A LA AVENTURA




Érase un niño que se lanzaba a la aventura todos los días,
y en el primer objeto que miraba y aceptaba con
asombro, piedad, amor o temor, en ese objeto se
convertía,
y ese objeto se hacía parte de él durante el día o una
parte del día... o durante muchos años o largos
ciclos de años.

Las primeras lilas se hacían parte de este niño,
y la hierba y el dondiego de día, blanco y rojo, y el
trébol, blanco y rojo, y el canto del febe,
y los corderos nacidos en marzo y los lechones
sonrosados de la marrana, y el potro de la yegua y el
ternero de la vaca y la pollada ruidosa en el corral o
junto al fango del estanque, y los peces que se
suspenden tan curiosamente allá abajo, y el hermoso y 
curioso líquido, y las plantas acuáticas con sus cabezas
gráciles y planas... todo se hacía parte suya.

Y los brotes de abril y de mayo se hacían parte
suya... los retoños del grano en invierno, los del 
maíz amarillento y las raíces comestibles del huerto,
y los manzanos floridos y el fruto después... y las
bayas... y las hierbas más vulgares de los caminos;
y el viejo borracho que se tambalea hacia casa desde el
retrete exterior de la taberna, de donde acababa
de levantarse,
y la maestra que pasaba de camino a la escuela... y 
los afectuosos muchachos que pasaban... y los
pendencieros... y las cuidadas muchachas de
mejillas frescas... y el muchacho y la muchacha
negros con pies descalzos,
y todos los cambios de la ciudad y del campo
adondequiera que iba.
Sus mismos padres, el que había impulsado la sustancia
paterna durante la noche y lo había engendrado, y la 
que lo concibió en su útero y le dio a luz... ellos
dieron a este niño más que eso,
le dieron después cada uno de sus días... se hicieron
parte suya. 


WALT WHITMAN ("Hojas de hierba").-

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