AL COMPÁS DEL 24
El reloj, en la mesa de operaciones.
El tiempo dejó un vacío y ya
no puedo apartar la mirada
de la pared marcada
por años de un incansable tictac.
O eso creía, inmortal.
Tremenda tontería,
tremenda idiotez.
Inocente, infantil, inconsciente.
Y ahora silencio.
Su pulso está en mí,
su ritmo, su parón.
Cada 24 muero y vuelvo a nacer
justo en el momento,
en el que su tiempo, dejó de ser.
El reloj paró, comenzó el piano.
ESTRELLA MELLADO.-
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