Un nuevo poeta inglés se suma a nuestra antología de poemas: el incansable William Barnes.
Para leer el siguiente poema, Mater Dolorosa, habría que imaginar este escenario: Una habitación húmeda, apenas alumbrada por los estertores de la lámpara. Sobre el lecho descansa un niño muerto, vestido humildemente. Junto a él su madre, velando la última noche antes de la despedida absoluta.
MATER DOLOROSA
Tuve un sueño esta noche
como si hubiese dormido,
su mirada ha carcomido
mi llanto, que aún persiste:
mi pequeño muchacho se ha ido,
se ha ido y ha dejado la tristeza,
¡oh, aquel muchacho
que no era para este mundo!
Allí en los altos cielos
a mi hijo he buscado,
en un lejano tren asolado
por infantes justos y mansos,
vestidos de lirios blancos,
alumbrados por una lámpara;
cada uno fue claro a la vista,
más ninguno de ellos hablaba.
Entonces, una pequeña tristeza,
mi muchacho se acercó hasta mí,
pero la luz que él portaba
ya no quemaba en la lámpara.
Él, para aclarar mis dudas,
dijo, volviendo el rostro en penumbras:
apaga tus lágrimas, Madre;
ya nunca debes llorar.
WILLIAM BARNES (1801-1886).-
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