DISPERSIONES

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domingo, 13 de diciembre de 2015

PRESENTACIÓN POEMARIO "ZONAS", DE ANTONIO JOSÉ ROYUELA. MOTRIL 10-12-2015.-




      El pasado jueves día 10-12-2015, a las 20'30 horas y en el Salón de Actos del Colegio San Agustín de Motril (Granada), tuvo lugar la presentación del hasta ahora último poemario de Antonio José Royuela García "Zonas".
         La velada fue mágica y todo un éxito, donde Antonio José nos recitó alguno de sus poemas, apoyado por amigos que también recitaron, vídeos compuestos para la ocasión y el acompañamiento de Alfonso Millán Quintana, quien nos maravilló a todos los presentes con su guitarra y su voz.
           Como siempre, el Aula de Pensamiento Francisco Javier de Burgos apuesta por la cultura, este vez de la mano de la poesía.

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      A continuación, además de algunas fotos del acto, os dejo la presentación que sobre el poeta y su obra realicé gustosamente, ya que fui el encargado de esbozar una pequeña biografía del autor, para dar entrada a sus versos.
      Gracias a todos los asistentes y a estos dos pedazos de artistas que nos acompañaron esa noche.





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          Antonio José Royuela García nace en Córdoba, en algún año de la segunda mitad del siglo XX. Este hermetismo alrededor de su fecha de nacimiento, no hace más que acrecentar el secretismo, el halo de misterio en el que gusta recrearse todo poeta que se precie.
         Diplomado en Ciencias de la Educación y Licenciado en Psicopedagogía, actualmente trabaja en la enseñanza como maestro de Educación Primaria. Porque como él mismo dice pocas cosas, junto a la literatura, son tan gratificantes como la educación y el desarrollo intelectual y emocional de los niños.
         Ganador o finalista de numerosos premios literarios, inició su carrera en la escritura con el poemario “Desajustes” (agosto de 2008); más tarde siguió un segundo poemario “La mente del mono” (noviembre de 2011) y desde abril de este año ya podemos contar en las librerías con el que es, hasta ahora, su último poemario publicado: “Zonas”.


         La poesía es un viento cálido pero agridulce. Solamente los que tienen la osadía de inmiscuirse en ella, de empaparse de ella, de perderse en sus laberínticos pasillos o en sus habitaciones repletas de vida, saben a lo que me refiero.
         De este modo, francamente hay que agradecer el tesón, el valor y la humildad de aquél que se aventura en el vertiginoso viaje de dar forma (y sentimiento) a un poemario. Porque adolecemos de palabras dulces, de frases o ideas que se expulsan por la boca o por el puño directamente desde el estómago, sin andenes ni paradas intermedias.
         Y por esto mismo celebro hallarme aquí sentado, presentando a un poeta genuino, enamorado de la palabra y de la poesía más pura para dejarnos desnudos ante la inmensidad de lo que puede llegar a decirse. Un poeta, digo, que canaliza el verbo para dar cabida al amor más profundo, a la cotidianeidad de lo vivido, a la tenacidad por agarrarse con uñas y dientes a todo aquello que huela a verso. Empresa quijotesca, no me cabe duda, pero no exenta de ínfimos regocijos que el poeta saborea en la soledad de un folio en blanco.
         Agradecer, por tanto, a Antonio José Royuela que sea un hombre valiente, comprometido con la poesía y con aquellos que desean ver más allá de una rectilínea manera del discurrir de la vida. No hace mucho tiempo que nos conocemos, allá por el año 2011 en que empezamos a conocernos por las redes y nos intercambiamos nuestros poemarios (él acababa de publicar “La mente del mono”), camicaces de la palabra y solitarios en la ardua tarea de escribir como somos ambos, pero por casualidades y exigencia de la poesía, como digo, terminamos por encontrarnos y leernos mutuamente.
         Lo que más me llamó la atención de la poesía de Antonio José al leer precisamente su segundo poemario, fue la total y disciplinada ausencia de figuras retóricas en sus poemas. Lo dicho queda dicho tal cual, sin falsas adulaciones o maquillajes imperfectos. Unos poemas sencillos y puros, con alguna reminiscencia machadiana, diría yo. Antes de “La mente del mono” ya había publicado un primer poemario “Desajustes”, que aún no he tenido la oportunidad de leer.
         Y ahora nos llega para deleitarnos y asombrarnos un poco más “Zonas”, un bello poemario que, además, nos regala la sorpresa de poder descargarnos gratuitamente “Resilencia”, un interesantísimo libro de microrrelatos. Como él mismo dice, escribir es una necesidad de comunicar todo aquello que le interesa, que va íntimamente ligado a su afición por la lectura. Un poemario, éste que nos ocupa, donde Royuela desata las palabras para componer unas estrofas llenas de vida y luz, impregnadas de un lirismo familiar y cercano, no exento de reivindicaciones absolutas:

                   …“Para los que cabalgan a lomos de purasangres
                   o dirigen los hornos donde se tallan gemas,
                   los gritos de socorro de quienes se desangran
                   sin vendas que puedan taponar sus heridas,
                   solo son cantos de sirena”…

         Nos encontramos, también, con poemas que pretenden dar las gracias (a un amigo, a un amor,  a alguien admirado), amasando figuras intrépidas y descarnadas:

                   …“Temen a las hadas,
                   a los sueños donde el color de la piel no importa,
                   al caballo alado que montas,
                   a los espacios de la razón
                   y a las madrazas de pizarras con poemas”…

         Porque según él mismo nos cuenta, al escribir aprende a conocerse a sí mismo, a saber dónde se encuentra, sin prestarle mucha atención al futuro. Cuando le preguntan por su poética suele parafrasear a Pablo Neruda: “Si me preguntan qué es mi poesía debo decirles no sé; pero si se lo preguntan a mi poesía, ella les dirá quién soy yo”.
         Para terminar, me gustaría leerles uno de los poemas incluido en el libro que lleva por título “Llueve otra vez”:

                                     


LLUEVE OTRA VEZ


                  El otoño se empeña en traer lluvia que no le corresponde.

                  Por la fuerza con la que cae
                  parece una lluvia del trópico,
                  acostumbrada a arrasar poblados, ciudades enteras.

                  El dolor no respeta los términos del contrato
                  y las lunas del taxi
                  ahondan en la crueldad que la imaginación aflige.

                  Tal vez,
                  la mujer con la que voy a encontrarme
                  no sea más que un recuerdo.


         Gracias, y disfruten de la poesía.



















































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