NAUFRAGIO
Gritos desgarrados oscurecen atados
a una balsa liviana como la condena
de un borracho.
-Cualquier otro sonido enmudece
dejando paso al clamor de la muerte-.
Un zapato que, derrumbado, llega a la orilla
como mudo testigo del esperpento y
una botella de agua medio llena
con un trocito de mar flotando
en el mar...
Siguen los gritos. No hay esperanza.
Las madres gimen en la oscuridad
de un puerto sin norte, ateridos
la espalda y el reproche.
La marea irá apagando ecos y vidas,
cobrando un tributo de risas
y ojos negros,
menospreciando canciones constreñidas
en una talega inmunda.
Atrás quedó un harapo encallado en la piedra.
El viento pensará cuán extraña puede ser una bandera.
Juanjo Cuenca ("Hijos de nadie").-
No hay comentarios:
Publicar un comentario