DISPERSIONES
domingo, 10 de noviembre de 2013
EN LAS AZOTEAS
El Sol del verano,
que es amarillo limón,
saluda con la mano
y se hace el remolón.
El Sol que quema,
igual que fuego,
no siente pena
del pobre ciego.
El ciego que está
con su gabardina,
seguro puede asar
en el suelo una sardina.
Cada vez que se esconde
detrás de la tapia
nadie sabe dónde
su sueño sacia.
Quema los floreros
y todas las macetas
que cuelgan en los asideros
de las azoteas.
Y cuando llega el invierno
todo vestido de blanco,
se vuelve tibio y tierno
descansando en un banco.
Del poemario "Cometa blanca sobre mar azul" (infantil), de Juanjo Cuenca.-
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