Ansío morir raudo
y volver como aire
que acaricie a puñados tu boca,
presto a recorrerte
entre las finas capas
de tu ombligo;
fúlgido aparece
el mármol de tu seno
arrebatado,
clava la garfa
apostillando sonidos precoces
que vagan desterrados
del oscuro lienzo.
Ansío morir raudo,
y que tu abrazo
sea mi cepo.
Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-
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