Indolente, suave no quería
mezclar tras la puerta opaca
roces de gozne que antes saca,
madera astillada sufriría
como aquella caverna
de rieles engominados
tras la oquedad difuminados,
en rencor de brasa eterna
desde el ocaso de una silueta,
que antes goza a deshora
el oscuro sabor de la mora
que el peso de tu mirada inquieta.
Del poemario "Las ratas de la conciencia", de Juanjo Cuenca.-
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