Te descubrieras agonizando despierta,
prolongándote en silencio compartido
que se me hace viejo como nunca
se me hizo estéril
aquel despojarse ingenuo,
triste como el que deja el alma
descansando a la sombra
fresca de la fuente.
El odio encrespado con ramalazos
de azúcar
es difícil contener a medida
que avanza discreto
entre mares embravecidos
y tu camisa holgada.
Vengo despierto y agonizante,
prolongado en silencio
que no comparte nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario