Engulle el témpano
de un ocaso incierto
el terreno baldío
de la palma de tu mano:
aparta esa lengua
que destroza,
como el silencio
descansando sobre la roca,
mi piel serena
cuajada de insensateces.
Del poemario Las ratas de la conciencia, de Juanjo Cuenca.-
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