LI
Eres dulce manjar que atenaza
el soliloquio audaz de júbilo
que dispara mi garganta;
eres oro, pena, exaltación,
eres canto
que discurre solemne pagando
el peaje de los incautos.
Estoy agonizando por saberte lejos:
otras manos asirán tu tronco
nudoso,
reverberando calimas y humedales
inciertos en otros campos,
en otros instantes.
Y no podré avisarte,
ni regodearme en la aventura
de tu piel y de tu empalago.
Del poemario "La agonía de la pavesa", de Juanjo Cuenca.-
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