PRELUDIO
Soy un camino plagado de quimeras,
un sitio donde descansar de la fatiga
acumulada en los días tristes
de invierno,
una balsa ligera y frágil o un acorazado
donde tú paseas en cubierta.
Tú, Tamimunt, eres el leve soplo
de un viento huracanado que busca
su remanso de paz o inflar las velas
de mi pecho henchido. La vigía atenta
de una torre que encierra las impostadas
risas que ya no me llegan.
Serás todo aprendiendo a gritar displicente
bocanadas agridulces de palabras hirientes
a través de la garganta de dioses
lejanos,
humo negro, hechicera con sus pócimas
para atarme a tus pies, la fiera que escapa
de su jaula y deambula buscando
su presa siguiente.
Pero no olvides, Tamimunt, que todo es cíclico
y nos evoca olores de otras tierras, miserias,
sonidos que nos entran por los poros
para saciar nuestro hambre.
Juanjo Cuenca ("Hijos de nadie").-
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